- El gobernador chalaco y cabeza visible de Chim Pum Callao fue recluido en la cárcel por 18 meses, por escándalo de coimas pagadas por Odebrecht
No cuadra con la imagen del Chim
Pum chalaco: no tiene la simpatía del blancón ‘mira cómo tengo calle’ de Álex Kouri; ni se sabe los trucos
televisivos del más campechano Juan Sotomayor, su rival en la pelea por el
legado político de Kouri.
Sin embargo, Félix
Manuel Moreno Caballero es un
eficaz populista a pesar de su perfil bajo y su cara de ‘yo no me ensucio los
zapatos ni cargo chibolos para la cámara’. Tampoco parece especialmente dotado
para su background profesional de médico: ¿Le
confiarías tus más íntimas dolencias a este hombre cuya expresión te dice tan
poco o nada de sí mismo? ¿Confiarías en su diagnóstico?
A pesar de todo, con Kouri preso
y Sotomayor disidente (fundó su propio partido Vamos Perú), el inexpresivo
Moreno, que abusa de los lentes oscuros cuando se expone al sol y a las
cámaras, se ha consolidado como primera autoridad en una región donde los
gestos importan mucho.
El partido regional es suyo y ya
con eso doy una respuesta provisional a sus falencias de carisma: lo que le
falta en personalidad le sobra en aparato. Y en ese aparato –¡gulp!– están las joyitas del Callao. No
describiré yo la clave del inescrupuloso éxito de este movimiento político,
sino el único ‘chalacólogo’ que
conozco, José Carlos Rojas Medrano, autor de “Pa’ bravo yo. La historia exitosa
de Chim Pum Callao en una democracia sin partidos” (págs. 207-232,
“Anti-candidatos”, compilación de Carlos Meléndez, Planeta, 2016):
“En el Callao se ha ido configurando una especie de régimen
autoritario competitivo a escala subnacional, muy parecido a lo que ocurrió en
la región Áncash. La relación con los grupos criminales responde a la necesidad
de mantenerse en el poder en un contexto de crecimiento económico, incremento
de los presupuestos públicos regionales y municipales y el ‘boom’ inmobiliario
[...] El vínculo con el crimen organizado tiene que ver con una relación
pragmática y de realismo político”.
He destacado, en la cita, la relación
de Chim Pum con el crimen, porque estamos ante un hombre acusado por el fiscal
Hamilton Castro de negociar una coima de US$4 millones de Odebrecht para la
concesión de la Costa Verde del Callao. Y si su partido tiene un largo
historial de relación con las mafias locales empleando ex presidiarios en
limpieza pública y serenazgo municipal; usando delincuentes como ‘chalecos’ o
protección; y hasta ha sido acusado de estar asociado a redes de ‘chuponeo’ y
extorsión como las que denunciaba el tristemente célebre Wilbur Castillo antes
de ser asesinado; entonces hay que poner su caso en un contexto mayor de
política y corrupción en el Callao.
De la politología y la dura
realpolitik pasemos, entonces, a ampliar la hipótesis criminal que pesa sobre
el perfil de Moreno: llegó la megaobra y la transnacional dispuesta a desviar
millones de dólares para coimas. Pero, ojo, antes de iniciar el proyecto Costa
Verde Tramo Callao en el 2014, Andrade Gutierrez y Queiroz Galvao ya habían
sido contratadas en la gestión de Kouri para las obras de la avenida Gambetta,
y, otra empresa, Convial, ya había hecho de las suyas en el escándalo del peaje
de la Faucett. ¿Moreno y el aparato partidario fundado por Kouri están juntos
en esto? Esperemos que eso también sea dilucidado en el proceso judicial.
La eficiencia
Moreno se encumbró en Chim Pum, en principio, porque respetó el escalafón y la disciplina internos. Miren esta consistencia chalaca: nació en el Callao en 1964 y estudió en el San José Maristas del Callao. Se hizo médico en la Universidad de San Martín de Porres y allí se ligó al PPC. Llegó a hacerse cargo, faltaba más, del partido en su región. Y sus primeros trabajos como médico fueron en el Hospital Naval y en el hospital San José, ambos en el Callao. En 1996, empezó su carrera política ascendente con Kouri: regidor provincial, dos veces alcalde de Carmen de la Legua (uno de los 5 distritos chalacos), alcalde provincial y, finalmente, dos veces gobernador regional.
Moreno se encumbró en Chim Pum, en principio, porque respetó el escalafón y la disciplina internos. Miren esta consistencia chalaca: nació en el Callao en 1964 y estudió en el San José Maristas del Callao. Se hizo médico en la Universidad de San Martín de Porres y allí se ligó al PPC. Llegó a hacerse cargo, faltaba más, del partido en su región. Y sus primeros trabajos como médico fueron en el Hospital Naval y en el hospital San José, ambos en el Callao. En 1996, empezó su carrera política ascendente con Kouri: regidor provincial, dos veces alcalde de Carmen de la Legua (uno de los 5 distritos chalacos), alcalde provincial y, finalmente, dos veces gobernador regional.
A falta de carisma, disciplina. Y
eficiencia en la gestión. Por ejemplo, como alcalde de Carmen de la Legua,
obtuvo certificados de calidad ISO. Su plan de gobierno para esta gestión que
debiera acabar –a menos que lo encierren como pide el fiscal Castro– en el 2018
es solvente, aunque, ciertamente, se lee con sorna en lo poco que dice sobre
lucha contra la inseguridad.
Quienes conocen a Moreno repiten
que es muy ‘reservado’, ‘caleta’. En
su control de daños, el pico debió ser su conferencia de prensa el martes
pasado, negando las acusaciones. Pues fue esquivo (dijo “no me corro” y, literalmente, se corrió de las preguntas) y
contradictorio. Alzó la voz para defenderse, pero con argumentos oblicuos y
débiles del tipo “he ido a Brasil como turista” (como si los tratos oscuros no
pudieran urdirse aquí) o “no conozco a Barata” (como si no pudiera haber
tratado con su sucesor Ricardo Boleira). El volumen era alto, pero la
convicción en sí misma se percibía débil. Más dramático resultó lo accesorio:
la explicación de que no vive en la calle El Bucaré, en Camacho; que allí viven
sus hijos y su esposa Rosmery Segura, de la que está separado. El político
‘caleta’ pasó un mal rato.
Su mayor omisión fue no explicar
su relación con Gil Shavit, el empresario de origen israelí detenido y
sindicado como su supuesto intermediario en la trama de las coimas. Su pronta
liberación hace presumir que colaboró en ‘echar’ a su socio político. Pero
Shavit, con su inversión en la asociación Fugaz y la ambiciosa rehabilitación
cultural del Callao monumental, quizá estaría delatando que Moreno, sin salir
del Callao como sí pretendieron Kouri y Sotomayor, se entusiasmó con la idea de
llevar artistas y personalidades que prestigiaron al puerto. Un sueño chalaco
de redención in situ, en el barracón, en el muelle coladera, en la región poco transparente.
Como su gobernador.
Fuente: ElComercio
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