(ElComercio) Fernando
Belaúnde Terry nació en Lima el 7 de octubre de 1912. Sus padres fueron Rafael
Belaúnde Diez Canseco (abogado y político) y Lucila Terry García. Estudió la primaria en Lima y la secundaria
en París (Francia).
Se
graduó de arquitecto en la universidad de Texas (EE.UU.) en 1935. Al regresar a
Lima fundó la revista El Arquitecto Peruano. Ejerció la docencia en la
Universidad Católica y en la Universidad de Ingeniería.
Entre
1945 y 1948 fue diputado por el Frente Democrático Nacional. En las elecciones
de 1956 postuló a la Presidencia de la República liderando el Frente de
Juventudes, quedando en tercer lugar. Poco después publicó dos libros sobre sus
pensamientos y proyectos políticos: La conquista del Perú por lo peruanos
(1959) y Pueblo por pueblo (1960).
En
1962, fue otra vez candidato presidencial, pero quedó en segundo lugar. Recién
en 1963, liderando Acción Popular, se convirtió en Presidente Constitucional
del Perú y emprendió un programa reformista y populista que fue obstaculizado
desde el Congreso por la Coalición opositora APRA-UNO.
En
1968, sufrió el golpe de estado del general Velasco Alvarado y se dedicó a la
docencia en Estados Unidos. Regresó en 1978 y ganó en las elecciones
presidenciales de 1980. Esta vez , su gobierno sufrió los ataques subversivos
de Sendero Luminoso y el MRTA.
Al
terminar su periodo fue Senador vitalicio. En 1990, apoyó la candidatura
presidencial del escritor Mario Vargas Llosa. En la década de los noventa fue
opositor al presidente Alberto Fujimori. Falleció en Lima el 4 de junio del
2002.
El próximo 7 de
octubre se recuerda el centenario del nacimiento de Fernando Belaunde Terry
(1912-2012), el hombre de la palma extendida, de la frase ¡Adelante!; el
arquitecto, profesor, político ejemplar y el buen presidente cuya aguerrida
personalidad hizo que se arrojara al mar para escapar de la prisión o que se
enfrentara a duelo limpio para defender su honor. Huellas Digitales revive estos
momentos acompañados de históricas fotografías y anécdotas que hicieron de él
un hombre inolvidable.
Las páginas
de su vida comenzaron a escribirse el 12 de octubre de 1912 en una calle de
Lima llamada Corcovado. En aquel hogar se formó el hombre ejemplar que llegó a conducir
los destinos del país en dos oportunidades, en 1963 y en 1980, porque así el
pueblo lo quiso.
Sin embargo,
antes de llegar al sillón presidencial, tuvo que enfrentar más de una
adversidad. De ellas salió muy bien librado, gracias a ese espíritu guerrero y
cierta dosis de locura, que solo los hombres apasionados poseen.
EL MANGUERAZO
Una de sus
primeras vicisitudes fue “El manguerazo”
que recibió en 1956, cuando las autoridades de la época (Odría) buscaron una `excusa´ para impedir que Belaunde inscribiera
su primera candidatura presidencial. El ex mandatario no se quedó con las manos
cruzadas y encabezó una protesta que lamentablemente terminó en violencia pura.
Fotografías
de la época muestran a un joven Belaunde cargado en brazos y con la bandera nacional
en mano. Desde allí se ganó el título del `Hombre de la Bandera´. Pero la lucha
valió la pena, pues logró fundar el 1 de junio de 1956 el partido político
Acción Popular, su primer hijo. Aquel día se robó el corazón de los militantes
con la frase “No
acepto con ello el primer sitio de un banquete sino el primer puesto en un
combate”.
DUELO DE CABALLEROS
En 1957, con
45 años encima, Belaunde fue protagonista de un duelo de leyenda que terminó
con la excomulgación de ambos duelistas. Una media luna cicatrizada en su oreja
fue la prueba de aquel encuentro, que se realizó en la terraza del Aeroclub de
Collique. Todo se inició cuando don Fernando se negó a reconocer su derrota en
los comicios del 56 declarando que “en
el departamento de Amazonas ha ganado una diputación un jovencito de nombre
extranjero. Esa es una prueba del fraude”. Ese jovencito era Eduardo Watson Cisneros. La ‘solución’ la
exclamó Manuel Prado: “¡Pero
qué bruto! ¡Un duelo!”.
Belaunde con el sable bien afilado atacó primero, al tercero Watson le dio con
todo. Ambos quedaron heridos y sin el perdón de la Iglesia.
El POLÍTICO Y EL MAR
Corría el año 1959 cuando Manuel Prado lo mandó detener en Pampa de Vitor, cerca de Arequipa. Don Fernando se encontraba en pleno recorrido por los pueblos del Perú profundo. Esa misma noche fue llevado a la isla-prisión de El Frontón por 12 días, desde allí planeó su fuga para el 30 de mayo de ese año. Se arrojó al mar hasta dar el alcance a su amigo Miguel Dammert quien lo tenía que buscar a las dos de la mañana.
Corría el año 1959 cuando Manuel Prado lo mandó detener en Pampa de Vitor, cerca de Arequipa. Don Fernando se encontraba en pleno recorrido por los pueblos del Perú profundo. Esa misma noche fue llevado a la isla-prisión de El Frontón por 12 días, desde allí planeó su fuga para el 30 de mayo de ese año. Se arrojó al mar hasta dar el alcance a su amigo Miguel Dammert quien lo tenía que buscar a las dos de la mañana.
Sin embargo,
éste llegó una hora antes para disuadirlo. “¡Oye,
no puede ser!”. Le dijo Dammert. “¡Ya estoy acá! ¡Tírame la
escala para poder subir, estoy muerto de frío!” exclamó el arquiecto. “No, ya hemos hablado en el
partido y no es posible”finalizó Dammert.
Los minutos corrían hasta que llegó una lancha policial y lo regresó de nuevo
bajo condiciones más duras. Desde entonces el mar y él se entendieron muy bien.
Siempre guardó recuerdos del mar de Chorrillos, como dijo alguna vez: “Aquí se siente una brisa muy
especial”
SU PRIMER GOBIERNO
Pasaron
cuatro años y con la fuerza y el ímpetu demostrados llegó triunfante a Palacio.
El 28 de julio de 1963 con la frase“Los últimos serán los primeros” restableció la democracia y convocó a
las primeras elecciones municipales libres. Su inspiración fueron los miles de
pueblos olvidados que recorrió. Otra
obra que marcó
su primer gobierno fue ‘La Marginal’ de la Selva, llamada carretera Fernando
Belaunde Terry, que sirvió para integrar la Amazonia peruana. La construcción
de la residencial San Felipe y el aeropuerto Jorge Chávez fueron dos de sus
sueños hechos realidad. Sus demás obras forman parte de nuestra historia.
Don
Fernando, amante de la buena lectura, fue amigo y lector de Pablo Neruda.
Durante su gobierno el poeta, antes de ser nombrado como Nobel de Literatura
(1971), pasó por suelo peruano y dejó unas líneas memorables “Sigo creyendo que el
arquitecto fue un hombre de intachable honestidad…”.
Una anécdota
contada por Raúl Diez Canseco Terry, su sobrino, describe por completo lo
austero que fue este servidor público. Cuando Alejandro Toledo fue elegido Presidente
de la República (2001) lo invita a Palacio y le envía un auto Mercedes Benz
para que lo traslade. Belaunde devolvió inmediatamente el vehículo, pues
prefirió ir en su viejo Volvo, que al final de sus días fue devuelto al
Congreso de la República.
También
Mario Vargas Llosa dedicó unas líneas a Belaunde en su obra `El pez en el agua´: “Él
es uno de los contados presidentes en nuestra historia que salió de Palacio más
pobre de lo que entró”.
EL EXILIO
Pero no todo
fue color de rosa en su vida, su estirpe democrática fue puesta a prueba ante
la oposición parlamentaria de la coalición aprista-odriísta. Finalmente fue
derrocado por los militares, al mando del general Juan Velasco Alvarado, el 3
de octubre de 1968. La excusa fue el caso Brea y Pariñas.
Primero voló
a Argentina y luego a Estados Unidos. Durante su exilio fue profesor de la
Universidad de Harvard. En una entrevista de la época (1969) se describe su
pequeña biblioteca que contenía una antología de las Tradiciones de Ricardo
Palma, Cien Años de Soledad, algunas revistas Time, una bandera, el rostro de
su padre y unos huacos, todos ellos junto a Violeta Correa fueron su mejor
compañía. Fue en ese periodo que murió su madre.
DE LA MANO CON VIOLETA
En 1980, con
la frase “El pueblo lo hizo” retomó
el poder y ahora de la mano de Violeta, su inseparable compañera.
“Ustedes recuerdan
mi pasado gobierno democrático. Ahora el
nuevo gobierno tiene una diferencia: Somos Violeta y yo, un equipo al servicio
del pueblo”, exclamó
a viva voz. Violeta era la mujer fuerte de voz gruesa y serena, que no le
gustaba cocinar ni nadar, pero sí organizar la agenda de su esposo, lo más
importante en su vida.
Lo que marcó
este gobierno fue la devolución de los diarios, promesa que cumplió ni bien
asumió el segundo mandato. Luego probó los sinsabores de la política. Para
muchos no tuvo una acertada reacción ante el surgimiento del terrorismo, la
crisis de la deuda externa, y otros hechos que opacaron su gestión. Sin
embargo, siempre respetó las libertades de los ciudadanos, como bien exclamó al
dejar el mando el 28 de julio de 1985: “Os
dejo intacta la Libertad”.
A los 90 años, un 4
de junio del 2002, este hombre de cabello cano y mirada tierna partió en busca
de su amada quien se había adelantado un año. Ni el cariño de sus tres hijos,
ni el de sus nietos podían desaparecer aquella soledad. “Ahora comprendo que mi tarea
ya se ha cumplido” confesó en una de sus
últimas entrevistas. No veía la hora de encontrarse con ella, su Viola como él
la llamaba. Pasó un año y en un mensaje escrito por él, que no pudo leer, le
dijo: “Espérame”. A los pocos días
se reencontraron, y ahora sí para siempre.
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