Entre el deber y el derecho de informar, hay un desborde sensacionalista y morboso, propio de mentes… enfermas. Siendo el deber moral de un periodista la promoción de la educación y la cultura, se concede oportunidad a quienes no destacan precisamente por su conducta ejemplar, ni siquiera normal, sino todo lo contrario.
La profesión se rige por principios inalterables, anteriores
y superiores a cualquier norma que pueda dar el hombre para su protección y
buen gobierno. Aún la ley, como expresión de Derecho Positivo, como norma
jurídica obligatoria, no representa siempre tales principios, los cuales si
están inequívocamente en las nociones deontológicas que no someten a penalidad
alguna sino a la sanción más perfecta de la propia conciencia.
El periodismo, como profesión que cuida su prestigio y
respeta a la sociedad a la que sirve, tiene un Código de Ética, que los entes
gremiales ahora… parecen ignorar, amparados en el espíritu de cuerpo (algo
similar a lo que acontece vergonzosamente en el Congreso de la República,
otorongo no come otorongo).El periodista se expone a desordenes de buena fe en
la práctica de su trabajo por el apremio constante de tiempo, los hechos y el
afán-plausible y exigente de máxima prudencia-de dar la noticia inmediata, de
adelantar su versión a los otros medios de hacerla motivadora de atención
pública amplia y prolongada. Más, sobre todos estos afanes, impera la ética
como orientadora maestra de cómo hay que actuar en la tarea difícil y delicada
que tiene de catedra y apostolado de nobleza, sacrificio y bastión irreductible
de la libertad, y de los derechos inviolables de las personas e instituciones.
Por deber moral el periodista no puede escandalizar con su
información, inmiscuirse en la intimidad ajena, ni causar temor, zozobra, daño,
duda o pánico, ni originar perjuicio distorsionando hechos, ni con lenguaje
tremebundo a pesar de referirse a la tragedia publica, privada o el flagelo del
narcoterrorismo. La omisión de prudencia es grave al manipular la noticia, con
irremediable deterioro del prestigio del medio que propala la versión y del
periodista que escribe o que de modo precipitado lanza su información sin
ningún reparo.
El Derecho a informar se ejerce sobre la base de la verdad,
buscada y comprobada, asegurando que el público reciba la versión fidedigna de
los hechos, sin posición y opinión del periodista. No manipulando la noticia.
La difusión noticiosa no debe perturbar la moral, el orden ni la tranquilidad a
que tienen derecho los receptores y el público en general. Lo trágico,
desagradable o hiriente al sentir humano, expresarse sin sensacionalismo,
evitando todo escándalo. La noticia a informar exige siempre a cuidar las
formas, sin olvidar que a diario hay hechos positivos dignos, que ayudan y
enaltecen a la persona y sociedad.
La noticia es un bien público más que un factor de nivel
económico, debe valer por sí misma; no tiene equivalencia comercial.
La Prensa no es el Cuarto Poder del Estado, sino el Primer
Poder de los pueblos libres, a horas del Dia del Periodista, vaya esta
reflexión para aquellos que se apartaron de la norma ética y sucumbieron ante
las tentaciones del poder.
A aquellos que ejercen la profesión como un apostolado, mi
abrazo.
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