Por Elías Daniel Pinglo - Gestión y Control Públicos
La señora que nos representa como Presidenta ha viajado para tomar el
té con algunos funcionarios y empresarios de China, con quienes estoy casi
seguro que no se entiende “ni michi” pues no conozco que ella hable en Chino y
tampoco habla en Ingles; y esto último lo afirmo gracias a que así lo confesó,
hace poco, visitando un Colegio secundario de Lima. No comprendo entonces cómo
sus medios de prensa oficiales insisten en difundir que la señora ha viajado a
negociar grandes ventajas para el Perú en este curioso proceso en el que el oso
grande mira con cierta incomodidad a su amiga hormiga, tan extraña, con su
vestimenta a lo Simpson y con su OUTFIT que es más un OUTLET, adquirido en una
tienda de gangas y retazos.
Me parece que esa
política de inventar, justificar y exagerar, emprendida como práctica de la
imagen construida para los políticos, se ha transformado en estos tiempos
veloces y universales, en un recurso que va cayendo en el vacío de la
incredulidad. Es decir, de nada vale ya que veas bajar al presidente de Estados
Unidos por una escalera y corras para que tu asistente tome la foto, simulando
que estás manteniendo un diálogo del más alto nivel. O que visites a alguien
sin protocolo alguno y le cojas la mano de sorpresa, para publicar luego en tu
muro de Facebook que has conseguido veinte mil becas de algo que no está
firmado en convenio alguno. Ya no sirve eso. Y no funciona como antes esa
herramienta porque ahora la información está abierta a todo mundo y es muy
fácil verificar si lo que están colocando como nota de prensa realmente ha
sucedido o es que lo han construido usando Inteligencia artificial. El antiguo proverbio de “miente, miente que
algo queda” sigue posesionado de la política peruana para engañarnos afirmando
que son exitosas las gestiones desarrolladas en cada paseo al exterior. Y no lo
son, porque simplemente se está redactando cuentos chinos de los que nadie
pueda dar fe ya que, por ahora, a los peruanos nos daría igual conversar con un
amigo chino y decirle “Chi Cheñó” a cada momento, pero eso no significa que
comprendamos algo de lo que nos está queriendo decir. La viveza natural se
enfrenta a la inteligencia artificial en este país.
Y es así que el Oso
Grande ha llevado hasta su casa a la hormiga porque quiere dejar huellas de su
presencia para que después no le puedan reclamar algo indebido. Ello en tanto y
en cuanto la curiosa hormiga debe estar firmando sabrá Dios qué documentos y
comprometiendo al país mucho más allá de lo que los miles de millones en
monedas de la china puedan posteriormente pagar.
Para nuestro país estas ilusiones no son nuevas, pero arrastran un doloroso despertar. Es algo así como el cuento de que la selección peruana matemáticamente todavía puede clasificar; pero en este caso, mucho más grande y relevante, el cuento del puerto allá en Chancay sigue su curso, los productos chinos inundarán los mercados con más fuerza de lo que hacen ahora y si en tu caso no comprendes el practicismo de los chinos verás que su extraña y oriental realidad te arrollará en menos de veinte años. Hermosa oportunidad para que las organizaciones de origen chino que existen en nuestro país tomen el desafío de enseñar su idioma tal como es en realidad y no permitan que los vivos de siempre comiencen a dictar clases de chino que luego no sean comprendidas ni siquiera en Cantón. Como ya es imposible detenerlo: ¡ todos ustedes sean bienvenidos al nuevo orden mundial!
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