En la compleja y gratificante tarea de criar a un hijo, el papel del padre resulta esencial e insustituible. Tradicionalmente visto como el proveedor económico del hogar, esta visión ha evolucionado significativamente en las últimas décadas. Hoy en día, el rol del padre abarca una amplia gama de responsabilidades y oportunidades que influyen profundamente en el desarrollo emocional, social y psicológico de los niños.
De acuerdo a la Dra. Sandra Chafloque Chávez, docente de la
Escuela de Psicología de la Universidad César Vallejo, la participación activa
del padre en el proceso de la crianza contribuye al desarrollo de una mejor
autoestima y seguridad en los niños y adolescentes. “Estamos hablando de un
padre presente que dentro de la psicología de sus hijos desarrolla seguridad,
fortaleza y fuerza que los impulsarán a la vida. Por tal motivo, es importante
ser un padre presente, para mejorar los vínculos emocionales y crear conexiones
que ayudarán al correcto desarrollo de los hijos”, afirma la especialista.
PATERNIDAD ACTIVA
La Dra. Chafloque Chávez considera que con la presencia de
un padre hay aspectos emocionales que se refuerzan en los niños (aunque siempre
puede haber excepciones).
Participación activa y presencia. Según una investigación
publicada por la Asociación Americana de Psicología, la participación paterna
está asociada con menores niveles de problemas de comportamiento y mejor
desempeño en las tareas escolares. Además, un estudio de la Universidad de
Harvard encontró que la presencia de un padre afectuoso y comprometido puede
ofrecer una sensación de seguridad y apoyo crucial para el bienestar emocional
del niño.
Modelos a seguir y valores. Los padres son figuras de
autoridad y modelos a seguir para sus hijos. Los valores, la ética de trabajo y
la conducta que los niños observan en sus padres son a menudo replicados en sus
propias vidas. Un padre que demuestra respeto, responsabilidad y empatía por su
familia, enseña a sus hijos la importancia de estas cualidades, ayudándoles a
convertirse en adultos equilibrados y responsables.
Desarrollo emocional. La interacción afectiva, como jugar
juntos, leer historias o simplemente pasar tiempo de calidad, fortalece el lazo
emocional y fomenta un entorno en donde el niño se siente amado y valorado.
Este tipo de conexión puede aumentar la capacidad del niño para relacionarse de
manera saludable con los demás.
Apoyo en la educación. Numerosos estudios indican que la
participación activa de los padres en la educación de sus hijos mejora
significativamente el rendimiento académico. Un estudio del Centro Nacional
para la Paternidad encontró que los estudiantes, cuyos padres estaban muy
involucrados en su educación, tenían más probabilidades de obtener mejores
calificaciones y menos probabilidades de abandonar la escuela. Otra
investigación publicada en la Revista de Psicología Educativa señaló que el
apoyo paterno en la lectura y las tareas escolares está correlacionado con un
mayor interés y mejor desempeño académico en los niños.
Adaptación a los nuevos roles. La sociedad actual exige una
mayor flexibilidad en los roles tradicionales de género. Muchos padres están
tomando roles más activos en la crianza, incluyendo tareas que antes se
consideraban principalmente responsabilidad de las madres, como el cuidado
diario y la educación temprana. Esta adaptación no solo beneficia a los hijos,
sino que también fortalece la relación de pareja y la dinámica familiar en
general.
“El papel del padre en la crianza de un hijo es
multifacético y crucial. En una sociedad en constante cambio, reconocer y
valorar la importancia del rol del padre es más relevante que nunca, ya que su
influencia positiva puede tener un impacto duradero en la vida de los niños y
en la sociedad en general”, mencionó la Dra. Chafloque.
En definitiva, ser un buen padre no se trata solo de cumplir
con las responsabilidades económicas, sino de tener una presencia constante y
afectuosa que influya en la vida de sus hijos a lo largo
de su desarrollo.
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