Cuando planificamos siempre colocamos por encima de nuestra
Visión al horizonte esperado. Esa ilusión es el puerto al que pretendemos
llegar en un plazo de tiempo determinado, Actuando como nación, por ejemplo,
los peruanos tenemos guardada la esperanza de que un día todos nuestros
problemas serán solucionados. Es tan básico nuestro pedido que solamente
deseamos que se garantice la vida en paz para todos, sin distinción alguna.
Tristemente la respuesta que nos llega, desde la cumbre del poder en el país,
es como un alud de piedras que sepulta totalmente a las expectativas. Y al
parecer, hemos perdido el horizonte esperado.
Rendidos y decepcionados
terminamos endiosando a personas extrañas y que nada tienen que hacer en la
construcción del destino, por ejemplo, un entrenador de futbol extranjero o
también algún pelotero ya caduco y ahora a una nación extraña, enorme y lejana,
que nos puede devorar en poco tiempo. Y es que, dentro del país, al fin de
nuestro callejón sin salida únicamente encontramos a grupos de gente embriagada
o drogada, de todos los niveles y cualquier comportamiento, pero
definitivamente no son los líderes que deberían conducirnos al desarrollo. Ya
no nos queda títere con cabeza. Lo más angustiante de esta cruda realidad es
que cada día se repite con más fuerza lo doloroso del día anterior, las muertes
por encargo, los crímenes cometidos ahora por sicarios menores de edad, las
violaciones sin castigo, las extorsiones que no permiten el surgir de nuestros
emprendimientos ya que solamente atraen a los chantajistas, empujándonos a unas
ganas desesperadas de huir de este país sin horizonte.
Y si miramos atrás las cosas son peores. Atentos ya a las
elecciones venideras van reapareciendo los mismos personajes que son culpables
de nuestra actual condición. Es la hora de resurrección para quienes dábamos
por muertos. Casi todos tuvieron la oportunidad de ser parte de un gobierno y
casi todos también, no vuelven arrepentidos, sino que, solamente quieren
retomar el control para seguir manejando a su antojo esta situación. En este
lapso de tiempo transcurrido, sus agentes se dieron maña para acomodar como han
querido las reglas del juego democrático y de este modo impedir que surjan
otras alternativas. Llegamos al punto que nadie puede organizar una opción
honesta y nacional porque necesita financiamiento en grandes cantidades para
cumplir con los requisitos. Y como preocupación fatal, si ya ensuciaron todo el
escenario resulta imposible que inversionistas probos quieran contaminarse por
aquí. ¿Qué horizonte ahora esperamos?.
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