Lo
más doloroso es que esa persistente anti-misión se coordine curiosamente desde
las cavernas políticas y los falsos discursos de honestidad en el poder
Ejecutivo, Legislativo o Judicial. Escuchar el discurso de la señora que está a
cargo en lo más alto de la pirámide o de todos los que descienden de un peldaño
a otro con el mismo cuento, nos lleva a tratar de comprender, muy admirados,
cómo hacen para conseguir a los peores para los mejores cargos públicos y si
ese cuento de la meritocracia, la idoneidad, la debida diligencia y demás
códigos de compromiso no están siendo utilizados para tratar de engañar al
colectivo interno, que todavía tiene algunos ingenuos militantes de su
estupidez; pero ya no puede engañar al colectivo externo, pues si desde fuera, miden
nuestros resultados en gestión y se fijan en esa cadena maldita que nos conduce
de un gobernante a un presidiario cada seis, cinco o menos años, pues qué idea
tendrán de quienes, como peruanos, aún creemos que la nacionalidad es algo así
como el aire que contiene una pelota y que el futuro exitoso para nuestros
hijos lo enseñan todas las noches en las cantinas y antros a los que con todo
lujo los rotulan y alquilan como centros de diversión.
Alguien
honesto por allí ya puso la primera señal oficial: el 14% del producto bruto
interno del Perú proviene de la actividad ilegal. Parece que, en algunas zonas
del país, ese porcentaje todavía es mayor porque el movimiento del dinero y el
consumo es inexplicable si no está subido en los vehículos del vicio y el
delito consiguiente. Súmele a ese escenario un ambiente de informalidad y nos
quedamos SIN PAIS. Somos simplemente un conjunto de ignorantes, sobrevivientes
de varios ciclos destructivos y literalmente no tenemos banderas, esa camiseta
deportiva también tiene grandes señales de estar sucia y hasta uno de los “héroes
con pies de barro” a quien le reclaman por sus juergas, nos contesta que tiene todo
el derecho a divertirse. Si, coincido con él, todos tenemos derecho a
divertirnos cuando el producto de nuestro trabajo viene del esfuerzo íntegro y
honesto y no de la pertenencia a una organización criminal.
Pero
ya, basta de tanta tontería que más es cojera que verdad. Alguien nos tiene que
dar la cachetada necesaria para despertarnos. Este país se va rapidito al
“caracho”. Y nos amarramos las manos hace tiempo destruyendo a la Policía, a la
Fiscalía, que ni juntas ni por separado son capaces de dibujar siguiera un
organigrama de organización criminal que sea serio. Pero si se divierten
creando nombres que dan risa, como “Los malditos de la Pollería” “Los Simpson
del viaje a China”, “Los intocables del cono norte”, “Los reciclados de la
gestión regional” y otras chapas creativas que solamente describen quiénes
somos y a qué nos dedicamos, hasta que el continente estalle y únicamente
resulten en la cancha extranjeros de toda laya y mucho respeto, haciendo de las
suyas por aquí.
Publicar un comentario