El gran problema del Perú es la locura colectiva que lo lleva, como país, a creer que es un miembro de un grupo avanzado de naciones y de un momento a otro le llega el pellizco de la realidad que lo despierta a lo que realmente es: un colectivo informal y bárbaro de personas sin principios, que se están matando entre unos y otros y en donde ningún ciudadano honesto siente que puede vivir seguro a pesar de que diga lo que quiera la señora que ocupa la Presidencia y que en su reciente mensaje a la nación con motivo de APEC nos ha demostrado una vez más que vive en otro planeta.
Y es que en el medio de una declaración oficial de parálisis
total para Lima y Callao principalmente, la señora ha aparecido muy fresca a
recomendarnos que seamos amables con los visitantes los cuales, según ella,
llegaran por millones al país en el curso de esta semana venidera.
Ella nos avisa como si fuésemos ignorantes pastorcitos, que
los ojos del mundo nos miran y quiere, con ese su estilo maternal y convenido,
calmar la furia de la población que está cada vez más cerca de una decisión
desesperada.
Los invitados de la presidenta que supone ella arribaran en
grandes oleadas, son en realidad y para ser sinceros el mandatario chino y su
corte de obedientes funcionarios.
Todos los demás que lleguen, si es que llegan, únicamente
son una comparsa de complemento, que coincide cada cierto tiempo en un
encuentro en donde se comunica las decisiones que serán adoptadas para que los
grandes consorcios asiáticos sigan dominando al planeta completo.
Por ahora, la señora que da el hospedaje al APEC con el
dinero de todos los peruanos y ojo que habrá que pedir cuentas de esos enormes
gastos, se ha dado de cara con un grave dilema: al anterior patrón
norteamericano, la presencia del actual patrón asiático no le gusta nadita y
solo le queda soportarlo dado a que lentamente el impensado socio ha venido
sembrando su dinero por todo lado y se ha asegurado territorio y complicidades
comprando y adquiriendo empresas y servicios al extremo que se ha construido su
propio puerto y desde allí se hace dueño del Océano Pacifico.
Además, a las empresas privadas chinas que al mismo tiempo
dominan la gestión de su Estado, no les interesa que los reciban con los brazos
abiertos, sino que los reciban con miedo.
Miedo que la encargada de la casa se ha encargado de
reflejar, mandando a todos a descansar en sus casas, para que solamente por la
tele y por las redes vean el espectáculo de lejos, en donde la anfitriona, con
su nueva cara y otro ropaje amarillo se tomará fotos y sonreirá al costado de
un fulano, frio y seco, que en su ubicación cumbre de poder no le aceptará
selfies ni sonreirá más allá de lo que puede hacerlo y con burla.
Lo único que demostrará APEC es la realidad de un conjunto
títere que se siente legítimo dueño de un país y lo pone a disposición de los
visitantes quienes más llegan por controlar y por afirmar su poderío que para
dar oportunidades a los peruanos.
Es cierto que el acorte de tiempos para llegar al Asia desde
la plataforma de lanzamiento de Chancay es una gran oportunidad para los
exportadores nuestros, pero queda flotando una pregunta, los niveles
exportables de Perú ¿realmente sirven para abastecer a esos mercados
gigantescos que devoran miles y miles de contenedores en unos cuantos días?
¿Es consciente la señora y lo es su gabinete de que los
verdaderos beneficiados son los productores del resto del continente americano?
¿Se ha preocupado la señora de habilitar los mecanismos para que los
productores peruanos se asomen siquiera a la zona de embarque de Chancay? ¿O
solamente, en su minúscula soberbia, piensa que gobernar es irse de viaje a la
China?
Por lo pronto, la automatización de Chancay no garantiza
trabajo a nadie y lo único que deja abierta es la puerta a la improvisación y a
la informalidad que eso sí, son bienes y productos auténticamente peruanos. Y
por el otro bando, la presencia de un presidente que en enero desaparece de los
Estados Unidos, nada garantiza frente al discurso que el nuevo presidente ha
lanzado luego de su triunfo y que hace notar que la olvidada doctrina Monroe de
América para los americanos retornará antes de que cambie en su destino y
culmine en América para los asiáticos.
En todo ese lío viviremos los sobrevivientes luego de la
purga desencadenada por los asesinatos diarios que se producen en todo lugar de
nuestro País. Bienvenidos a la realidad de la APEC, en silencio, sin bulla por
las calles y con los escolares tratando de conectarse en computadoras compradas
de segunda mano y cuya capacidad ni siquiera alcanza para seguir las clases
básicas que se dictan y menos para garantizar el aprendizaje de nuestros críos.
Gracias señora Boluarte. El Perú no olvidará estos tiempos
ni tampoco olvidará lo que toda la gran corte está armando para ellos, en tanto
los nacionales nos desarmamos.
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