- JOSÉ IGNACIO PACHECO DÍAZ, DECANO DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA Y DISEÑO DE LA UPN.
“La
situación es anómala, atípica. Definitivamente, no estábamos preparados como
país para este tipo de cosas”, dijo alarmado el primer ministro
Fernando Zavala, a comienzos de febrero, cuando cayeron los primeros huaycos en
el departamento de Lima y mucho antes de lo esperado.
Conforme han pasado los días, la situación a lo largo de la costa
peruana se ha ido agravando debido a las persistentes lluvias y desborde de
ríos. Ante esta situación no hay duda de que el calentamiento global está
afectando al Perú y posiblemente a otros lugares del planeta también. A
pesar de esto, el presidente de Estados Unidos niega lo que está sucediendo,
tanto es así que llegó a decir que “el
cambio climático es un cuento chino”.
Las investigaciones en torno al cambio climático las
comenzó el sueco Svante Arrhenius a fines del siglo XIX. Este científico
proclamó que los combustibles fósiles podrían dar lugar o acelerar el
calentamiento de la Tierra. Esto era revolucionario en su momento, ya que
atribuía al hombre la capacidad de modificar la naturaleza.
Dijo que existe
una relación directa entre la actividad humana y el cambio de temperatura.
Svante sugirió que la concentración en la atmósfera de dióxido de carbono
(CO2), derivado del consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo,
gasolina), podría provocar un aumento en las temperaturas. Al ser un habitante
de la península escandinava, con inviernos muy crudos, investigaba si estos
procesos explicaban las heladas y el deshielo de la Tierra. Esto se demostraría
en 1987.
En su época no le hicieron mucho caso. Se pensaba que
la naturaleza compensaría con la fuerza del sol, de los vientos, con lo vasto
de los océanos y su eterno movimiento, cualquier contaminación originada por el
hombre. El mar lo cura todo.
De hecho, esta visión estaba en nuestros políticos y
gobernantes: por esta razón se decidió que las cañerías de aguas residuales de
la ciudad se vertiesen al océano sin ningún tratamiento. En Lima todavía
existen estas tuberías que van mar adentro un par de kilómetros, están
camufladas en los espigones que vemos en las playas de la Costa Verde, y en
días soleados se puede apreciar perfectamente el cambio de coloración del
oleaje, con una orla de espuma marrón.
También se creía que el océano funcionaba como
sumidero, capaz de tragarse todo el CO2 atmosférico. Hoy se sabe que sí
absorbe, pero solamente un tercio de todas las emisiones y su capacidad no es
infinita.
Estas ideas desembocaron en varios estudios de
científicos, como los de Gilbert Plass, Charles Keeling y finalmente Stephen
Schneider, quien en 1976 explicó por primera vez la teoría del calentamiento
global.
Podríamos señalar aquí algunas medidas que serían
necesarias para contrarrestar estos efectos.
- Dotar a
las ciudades donde sí hay lluvia, de redes de alcantarillado suficientes y
de amplio caudal (es inexplicable que no se construyan). Es costoso, pero
necesario.
- Revisar
los planos de las ciudades y centros poblados con huaycos; sus curvas de
nivel, sus zonas vulnerables, su topografía y orografía. Y desarrollar una
estrategia completa para tener ciudades seguras.
- Construir
muros de contención, dotar de mayor capacidad de sección a los ríos,
revisar el caudal histórico y garantizar que el cauce es capaz de
conducirlo sin desbordamientos. Esto llevaría a recuperar, limpiar y
ordenar las márgenes.
- Reubicar
a las poblaciones de las quebradas vulnerables
- Construir
refugios de montaña (para friaje) no solo para personas, sino también para
los animales que dan sustento a dichas poblaciones.
- En
general, desarrollar planes urbanos por cada ciudad y centro poblado, pero
no desde la perspectiva de ordenamiento de Zona Económica Ecológica (ZEE)
sino desde la perspectiva del Desarrollo Urbano Integral, que garantice el
desarrollo sostenible de la ciudad.
El calentamiento global tiene graves consecuencias para
el Perú, y es necesario tomar medidas para evitar o reducir en todo lo posible
sus efectos. Los huaycos que arrasan varias zonas pobladas del país, la pérdida
de glaciares, las anomalías de oleajes, el calentamiento del océano, la
disminución de la anchoveta y las oleadas de calor extremo que estamos
padeciendo, son hechos relacionados con este fenómeno global. Todavía se
requiere de mucho trabajo de investigación para medir sus efectos y las formas
de contrarrestar las causas. Las universidades del Perú estamos avanzando en
este camino.
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