- AMPLIAR EL DIAGNÓSTICO Y EL ACCESO A LOS TRATAMIENTOS SON METAS PENDIENTES.
Su cuerpo
alojó tres hígados diferentes. El suyo, con el que vino al mundo, fue destruido
por el virus de la hepatitis C (VHC), que también liquidó al que recibió
gracias a un primer trasplante. Pero en su desgracia, Gustavo tuvo la fortuna
de vivir en el momento indicado. Cuando el virus amenazaba de muerte al tercer
órgano (y, en consecuencia, a él mismo), comenzaban a estar disponibles los
nuevos tratamientos que revolucionaron la historia de la enfermedad.
No era la
primera vez que estaba en el lugar justo en el momento indicado. Catorce años
antes se había acercado al Hospital Garrahan para donar sangre. El estudio
practicado a la muestra arrojó que, pese a sus buenas intenciones, no podría
ayudar: tenía hepatitis C.
¿Dolor? Nunca. ¿Otros síntomas?
Ninguno. Jamás su hígado había dado señales de
que algo anduviera mal. Y eso que todo estaba pésimo. El virus había hecho mucho
daño durante largo tiempo en el más absoluto silencio. Pero al menos
ahora sabía que estaba enfermo y ese ya era un primer paso.
Gustavo
Mardesena (57) tenía un diagnóstico y eso le otorgaba un lugar dentro del grupo
minoritario de los pacientes con hepatitis C. Es que en todo el continente
americano solo uno de
cada cuatro infectados sabe que lo está, según un reciente informe de
la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En Argentina, la tasa de
diagnosticados es un poco más alta (35%), pero se estima que hay cientos de
miles de personas infectadas que desconocen su situación. Personas a las que
también el virus daña en silencio y que no están siendo tratadas.
“La
mayoría de las personas con infección por el VHC desconocen su estado y pocos
países han establecido programas de tratamiento. Uno de los principales
obstáculos que frenan el tratamiento es su costo, así que los países deberán
recurrir a estrategias como las compras mancomunadas y las negociaciones de precios, entre
otras, para poder ofrecer tratamientos asequibles”, sostiene entre sus
conclusiones el informe Las hepatitis B y C bajo la
lupa, una foto del
estado de situación de esta problemática de salud pública tomada en el marco de
los esfuerzos de los estados miembros para lograr el ambicioso objetivo de
eliminar las hepatitis virales para 2030.
Argentina
fue uno de los primeros
países de la región en establecer programas de tratamiento para hepatitis C con
las nuevas drogas de acción directa. Además, cumple con las políticas
de Organización Mundial de la Salud (OMS) y cuenta con capacidad de laboratorio
para la atención de las infecciones. Pero la situación todavía dista de ser
ideal. Consultadas por Clarín, en la columna del debe las sociedades
científicas y asociaciones de pacientes ubican la elevada tasa de subdiagnóstico,
las barreras en el acceso al tratamiento y la falta de reactivos en el sector público.
Una vez en la vida
“Se estima que en Argentina la hepatitis
C afecta al 1% de la población. No vemos ese volumen de pacientes en los
consultorios. La gran duda es dónde están”, plantea Ezequiel Ridruejo, presidente
de la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado
(AAEEH). “Nosotros insistimos mucho con
la detección temprana. Es muy difícil saber la cantidad de infectados reales”, coincide
María Eugenia de Feo Moyano, presidenta de HCV sin fronteras. Lo que hay son
estimaciones. Pisos y techos epidemiológicos. En base a datos de 2015, el
informe calcula que son 332 mil los infectados y que solo 116 mil están
diagnosticados
“Argentina es de los países de la región
que está más avanzado respecto al tema hepatitis junto con Brasil. Aunque
todavía necesitamos fortalecer mucho el diagnóstico y la provisión de servicios
para expandirlo. Si uno quiere llegar a todas las personas que pueden llegar a
tener hepatitis C y no lo saben, hay que ampliar la accesibilidad al
diagnóstico. Para eso hay que promover y capacitar a los médicos y a la
sociedad sobre que toda persona mayor de 30 años debería
hacerse al menos una vez en la vida la serología para hepatitis B y C.
Debemos estimular a la población a pedir el test y a los médicos a
solicitarlo”, afirma
Marcelo Vila quien, como asesor subregional de la OPS para el Cono Sur en
hepatitis, VIH y tuberculosis, trabajó en la recolección y elaboración de los
datos del informe.
“Puede ser tu abuela, tu papá el que
tenga VHC. Atiendo en el consultorio personas de 80 años que se contagiaron a
los 40. Hay que quitar el estigma que pesa
sobre la enfermedad. Lo que uno tiene que buscar es que la gente vaya al médico
y le pida que le haga el estudio, aunque él no se lo ordene”, apunta Ridruejo, quien propone sacar al
testeo del corset de los grupos de riesgo, para ampliarlo, como dice Vila, a
todos los adultos al menos una vez en la vida. Es que el contagio se produce
principalmente por el contacto con la sangre de una persona infectada (también
por vía sexual, pero su incidencia es menor). En el país, gran parte de los
infectados contrajo el virus hace años, cuando la seguridad de las prácticas
médicas era más laxa. Para evitar la transmisión, se recomienda no compartir
jeringas o elementos cortantes, exigir el uso de materiales esterilizados a la
hora de realizarse procedimientos en los que pueda haber contacto con la sangre
y utilizar preservativo. No hay vacuna contra la hepatitis C (a diferencia de
la A y la B).
Y si bien
elevar las tasas de diagnóstico es una de las principales medidas pendientes,
la falta de insumos específicos atenta contra eso. “En el sector público hemos tenido problemas con los reactivos. Uno se
encuentra entre la espada y la pared. Por un lado tenés el paciente
al que querés estudiar y por otro no tenés reactivos”, denuncia Lucy
Pérez, que está al frente de la comisión de hepatitis de la Sociedad Argentina
de Infectología (SADI). Los reactivos son necesarios tanto para la detección
del virus como para estadificar la enfermedad y establecer qué tipo de
tratamiento es más beneficioso para el paciente.
Tratamientos y acceso
A Gustavo lo
diagnosticaron cuando la enfermedad se encontraba en estado avanzado. Tenía
cirrosis (cuya causa, entendería luego, no es únicamente el consumo de alcohol
en exceso). Durante 10 años se sometió a estudios cada tres meses. Tenía, dice,
“una especie de bomba de tiempo en la
parte derecha del abdomen”. Se sometió sin éxito a tratamientos disponibles
en ese momento, que no lo curaban y encima le provocaban severos efectos
adversos. Los síntomas finalmente aparecieron (“me puse amarillo, tuve agua en todo el cuerpo, hinchazón, me sentía
perdido”). En 2012 le detectaron un cáncer de hígado que lo pondría en la
lista de espera del Incucai. El
órgano nuevo solo le permitió ganar un poco de tiempo. El VHC le dio
cuatro meses de tregua antes de reanudar su ataque, lo que obligó a un nuevo
trasplante. La solución definitiva llegaría el día que pudiera eliminar el
virus de su cuerpo.
Eso es lo
que permiten los nuevos antivirales de acción directa que provocaron una
revolución en el tratamiento de la enfermedad, ya que se dan por vía oral durante tres o
seis meses y tienen tasas de curación del 95%, con muy pocos eventos adversos.
Un abismo los separa de sus predecesores (el interferón, la rivabirina y el
interferón pegilado) que curaban a entre 3 y 4 de cada 10 pacientes, a costa de
duros efectos no deseados, lo que se traducía en altas tasas de abandono de la
terapia.
“Estos medicamentos cambian la historia
de la hepatitis C -explica Vila- y plantean la cuestión de que una forma de
controlar y eliminar la hepatitis es tratando a las personas para curarlas. Pero esta medicación entró al mercado
con costos muy altos, muy prohibitivos para la mayoría de los países. Entonces lo que ha recomendado la OMS
en sus guías clínicas de hace dos años es una priorización de tratamiento en
pacientes que tienen infecciones avanzadas. Y en la medida que los países
puedan adquirir las drogas, que esta cobertura llegue a todas las personas con
hepatitis para que no progrese su infección.
La guía de tratamiento consensuada en 2015 entre el Ministerio
de Salud, la AAEEH, la SADI y la Fundación Huésped establece que “si bien todas las personas con
hepatitis C son candidatas a recibir tratamiento, en esta primera etapa de incorporación de las nuevas drogas en
nuestro país y al igual que en la mayoría de los países del mundo, se
definieron criterios de priorización de pacientes y esquemas de tratamiento.
Dichos criterios se actualizarán en función de las circunstancias locales y
disponibilidad de nuevas drogas que se presenten, a través de reuniones
periódicas del comité asesor del PNCHV”.
La prioridad
está dada por los criterios estipulados en el documento (estadío de la
fibrosis, paciente coinfectados o trasplantados, entre otros). Algunos países
de Europa, que arrancaron antes con el suministro de tratamientos, ya
garantizan el acceso universal (recientemente lo anunció España).
Hace un año,
el Ministerio de Salud distribuyó entre 1200 personas con enfermedad avanzada y
que requerían tratamiento inmediato la primera tanda de medicamentos comprados
por el Estado. El listado de casos hiperurgentes fue elaborado por el Programa
Nacional de Hepatitis Virales, la AAEEH, la SADI y le Fundación Huésped. Está prevista una segunda
compra, pero las fuentes consultadas afirman que todavía no hay novedades al
respecto. Clarín intentó comunicarse con el PNCHV, pero no obtuvo
respuesta
Se calcula
que unos 3000 pacientes más habrían accedido a los nuevos medicamentos a través
de obras sociales y prepagas. Entidades que no siempre la hacen fácil. “Demoran, ponen peros en el
camino, a la larga terminan dándolo porque médicos y pacientes insisten”,
se queja Lucy Pérez, de SADI. “Retrasan mucho el acceso, aún teniendo un grado
de fibrosis 3 o 4, si el paciente no insiste mucho también le cuesta acceder,
el trámite queda boyando en aprobación de auditoría”, coincide la titular de
VHC sin fronteras.
“Sólo están recibiendo tratamientos curativos los
pacientes críticos, que ya presentan compromiso severo de su hígado y cirrosis
avanzada. Se curan la hepatitis, pero estamos llegando demasiado tarde. Tenemos
que lograr que accedan a los medicamentos nuevos los pacientes que están en las
primeras etapas de su enfermedad, antes de que avance, para que se curen y
puedan vivir normalmente el resto de sus vidas”, demanda Rubén Cantelmi, quien se curó
de hepatitis C y preside la asociación de pacientes Buena Vida. “Es como tener una gripe y tener que tener
una neumonía para que te den un antibiótico”, grafica De Feo Moyano
Dice
Ridruejo: “Probablemente en poco tiempo podamos llegar a un objetivo
ideal que sería poder tratar a todos los pacientes, independientemente
de la severidad de su enfermedad hepática”. Vila sostiene que estos
tratamientos configuran un mercado muy dinámico: “Están apareciendo nuevas
drogas, lo que hace que el mercado farmacéutico entre en competencia y eso
podría hacer bajar rápida y drásticamente los precios”. A través de su Fondo
Estratégico, la OPS trabaja para hacer acuerdos de precios con la industria
farmacéutica para disminuir los costos y hacerlos más accesibles.
De la angustia a la felicidad
“Me dijeron que estos últimos años no
fueron muy fáciles para vos, pero con la ayuda de la abuela Nori, los médicos y
todos los que te aman, pudiste superar cada momento. Hace poquitos días,
volviste a nacer, esperando que desde el cielo llegara una señal por la cual
seguir luchando, y acá me encuentro yo, con sólo 9,9 milímetros dándote toda la
fuerza y amor que necesitás desde la panza”.
Gustavo se
enteró de que iba a ser abuelo a través de esa carta que le dejaron mientras
estaba internado recuperándose tras su segundo trasplante. “Cuando sentía que
no podía dar más de mí, la releía y encontraba allí toda la fuerza para
seguir”, cuenta. Esta vez el tiempo que le permitió ganar su tercer hígado fue
crucial. Recibió los medicamentos apenas estuvieron disponibles en el país. Le
indicaron seis meses de tratamiento, debido al severo daño que presentaba.
“Fueron momentos difíciles en los que
conocí gente que no pudo llegar a la meta y lamentablemente no están más con
nosotros. La lucharon, no llegaron a recibir los medicamentos nuevos, pero
otros sí. Lo importante es que cada vez va a haber más gente que se cure,
porque hoy esta enfermedad es curable. Si uno va a hacerse el test y descubre
que la tiene, ahí empieza a curarse”, reflexiona.
El día que
los estudios revelaron que el virus ya no estaba en su organismo, lloraron
todos en el consultorio (incluso el médico). Hoy Sofía, su nieta, tiene más de
un año. Y tiene a su abuelo.
¿Crees que el herpes tiene una cura permanente? Mi nombre es Antonio Jefferson Cole, estoy en Salt Lake City, Utah. He estado pagando $ 157 por semana por Valtrex y, a veces, por Acyclovir, para suprimir los brotes de herpes que me recetaron en el hospital. He considerado mis costos de suscripción anual para estos medicamentos y es más de $ 2000 al año. Cualquiera que tenga herpes puede dar fe de esto, con todos los dolores y síntomas embarazosos. Desafortunadamente, descubrí que los productos recomendados por el hospital con frecuencia no son efectivos para resolver el problema, sino que hacen que gaste todo su dinero. El remedio herbal DR.WATER llegará a la raíz de la causa y lo curará por completo en lugar de suprimir los brotes con medicamentos. Y será más feliz, más saludable y sin brotes. También tiene remedios herbales que pueden curar el VIH, el VPH, la hepatitis, etc. Es el mejor de todos los curanderos herbales. Su correo electrónico es DRWATERHIVCURECENTRE@GMAIL.COM y su número de Whatsapp: +2349050205019. Puede ponerse en contacto con él y obtener una cura permanente para el herpes genital y oral, el VIH, el SIDA, el cáncer de pulmón o la enfermedad de Alzheimer.
ResponderBorrar¿Crees que el herpes tiene una cura permanente? Mi nombre es Antonio Jefferson Cole, estoy en Salt Lake City, Utah. He estado pagando $ 157 por semana por Valtrex y, a veces, por Acyclovir, para suprimir los brotes de herpes que me recetaron en el hospital. He considerado mis costos de suscripción anual para estos medicamentos y es más de $ 2000 al año. Cualquiera que tenga herpes puede dar fe de esto, con todos los dolores y síntomas embarazosos. Desafortunadamente, descubrí que los productos recomendados por el hospital con frecuencia no son efectivos para resolver el problema, sino que hacen que gaste todo su dinero. El remedio herbal DR.WATER llegará a la raíz de la causa y lo curará por completo en lugar de suprimir los brotes con medicamentos. Y será más feliz, más saludable y sin brotes. También tiene remedios herbales que pueden curar el VIH, el VPH, la hepatitis, etc. Es el mejor de todos los curanderos herbales. Su correo electrónico es DRWATERHIVCURECENTRE@GMAIL.COM y su número de Whatsapp: +2349050205019. Puede ponerse en contacto con él y obtener una cura permanente para el herpes genital y oral, el VIH, el SIDA, el cáncer de pulmón o la enfermedad de Alzheimer.
¿Crees que el herpes tiene una cura permanente? Mi nombre es Antonio Jefferson Cole, estoy en Salt Lake City, Utah. He estado pagando $ 157 por semana por Valtrex y, a veces, por Acyclovir, para suprimir los brotes de herpes que me recetaron en el hospital. He considerado mis costos de suscripción anual para estos medicamentos y es más de $ 2000 al año. Cualquiera que tenga herpes puede dar fe de esto, con todos los dolores y síntomas embarazosos. Desafortunadamente, descubrí que los productos recomendados por el hospital con frecuencia no son efectivos para resolver el problema, sino que hacen que gaste todo su dinero. El remedio herbal DR.WATER llegará a la raíz de la causa y lo curará por completo en lugar de suprimir los brotes con medicamentos. Y será más feliz, más saludable y sin brotes. También tiene remedios herbales que pueden curar el VIH, el VPH, la hepatitis, etc. Es el mejor de todos los curanderos herbales. Su correo electrónico es DRWATERHIVCURECENTRE@GMAIL.COM y su número de Whatsapp: +2349050205019. Puede ponerse en contacto con él y obtener una cura permanente para el herpes genital y oral, el VIH, el SIDA, el cáncer de pulmón o la enfermedad de Alzheimer.