Las consecuencias van desde la pérdida cultural hasta un cambio climático extremo
Si la Tierra se
quedara sin Luna, para empezar, supondría una gran pérdida para la humanidad.
Pensemos que probablemente la astronomía surgió cuando el ser humano comenzó a
buscar una explicación a las fases de este objeto celeste. De forma inmediata,
sin Luna, no habría luz alguna durante la noche, lo que sería pernicioso para
muchos animales adaptados a la vida nocturna y que necesitan la luz lunar para
sobrevivir.
Las mareas desaparecerían: la mayor parte de estos movimientos de
agua se deben a la atracción gravitatoria de la Luna y, en menor medida, del
Sol. Sin mareas, desaparecerían las corrientes marinas, y las costas perderían
el flujo y reflujo que ocurren dos veces por día, que posibilitan la vida
costera y que las costas se drenen. Sin mareas y sin corrientes, el agua de
mares y océanos quedaría estancada y se redistribuiría hacia los polos, lo que
produciría una subida del nivel del mar e inundaciones en algunas zonas. La
falta de mareas y corrientes marinas también produciría un cambio climático muy
drástico, puesto que están estrechamente relacionadas con el flujo atmosférico
.
La Luna tarda el mismo tiempo en dar una vuelta completa alrededor
de la Tierra que en girar sobre sí misma, por eso siempre vemos la misma cara
de la Luna. Esa sincronización es importante porque hace que el eje de rotación
de la Tierra sea estable. Sin la Luna, ese eje de rotación podría variar de
forma caótica, bambolearse y en el caso más extremo apuntar directamente al
Sol, lo que haría que una zona de la Tierra estuviera permanentemente iluminada
y otra en oscuridad; una en verano continuo y otra en invierno. Como
consecuencia de esas diferencias térmicas, se producirían vientos con
velocidades de 200 o 300 km/h. El cambio climático sería tan extremo que
provocaría una extinción masiva de la vida, salvo quizá en algunas regiones
entre la zona iluminada y la de oscuridad permanente.
Fuente: LaVanguardia
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