(DiarioUNO) ¿Sabías qué? Aproximadamente el
58% de los peruanos sufre de estrés y solo el 8% de la población no lo padece.
Una de las definiciones más recientes de estrés ha sido planteada por Bruce
McEwen (2000): “El estrés puede ser definido como una amenaza real o supuesta a
la integridad fisiológica o psicológica de un individuo que resulta en una
respuesta fisiológica y/o conductual.
En medicina, el estrés es
referido como una situación en la cual los niveles de glucocorticoides(regulan
el metabolismo) y catecolaminas (neurotransmisores) en circulación se elevan”.
Según la definición de Chrousos y Gold (1992) “se puede definir al estrés como
un estado de falta de armonía o una amenaza a la homeostasis (estado en el cual
todos los valores se mantienen dentro de los rangos óptimos).
Estudios señalan que las mujeres
reportan mayores niveles de estrés (63%) que los hombres (52%).
Las causas que provocan el estrés
no son siempre negativas, es decir, derivadas de situaciones de peligro,
dolorosas o perjudiciales. Existen también situaciones que vivimos
habitualmente, incluso situaciones más bien rutinarias (la música alta, los
gritos, maltratos, problemas sexuales, mal ambiente laboral, etc.), que pueden
producirnos estrés sin ser necesariamente peligrosas.
Las señales más frecuentes de
estrés son: Emociones (ansiedad, irritabilidad, miedo, fluctuación del ánimo,
confusión o turbación); pensamientos (excesiva autocrítica, dificultad para
concentrarse y tomar decisiones, olvidos, preocupación por el futuro,
pensamientos repetitivos, excesivo temor al fracaso); conductas (tartamudez u
otras dificultades del habla, llantos, reacciones impulsivas, risa nerviosa,
trato brusco a los demás, rechinar los dientes o apretar las mandíbulas;
aumento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas; mayor predisposición a
accidentes; aumento o disminución del apetito); cambios físicos (músculos
contraídos, manos frías o sudorosas, dolor de cabeza, problemas de espalda o
cuello, perturbaciones del sueño, malestar estomacal, gripes e infecciones,
fatiga, respiración agitada o palpitaciones, temblores, boca seca). Fuertes
cuadros de estrés pueden provocar un infarto al corazón o un accidente
cerebrovascular. Es importante prestar mucha atención a síntomas físicos y
mentales como dolor de cabeza, taquicardia, cansancio crónico e inestabilidad
emocional”, explica el doctor Edmundo Velasco, de Hispanoamérica de
Programación Neuro-Lingüística.
El cerebro también es rico en
VITAMINA C, pero con el tiempo su concentración disminuye. La función en el
cerebro consiste en proteger a las neuronas de procesos destructivos. Muchos
estudios han demostrado que esta vitamina puede mejorar la función cognitiva y
la protección neuronal.
La VITAMINA C mantiene altas las
defensas de nuestro organismo, pues ayuda a disminuir el estrés. Las glándulas
adrenales contienen más vitamina C que ningún otro tejido del cuerpo. Allí, se
utiliza para sintetizar adrenalina y noradrenalina y diversas hormonas esteroides.
Por tanto, durante periodos de estrés las necesidades de VITAMINA C aumentan.
La evidencia indica que la
VITAMINA C, tomada en megadosis, puede reducir los niveles de cortisol. El
cortisol es una hormona segregada por la glándula suprarrenal en momentos de
estrés. Está involucrada en la función inmunológica, el metabolismo de la
glucosa, la secreción de insulina y la inflamación. Los niveles de cortisol que
se encuentran altos de forma crónica pueden perjudicar tu desempeño cognitivo,
ocasionar la disminución del tejido muscular, suprimir la función de la
tiroides y aumentar la grasa visceral.
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