Un Jesús que sale al encuentro de la humanidad herida, que está en movimiento, que visita nuestras casas, que quiere salvar, liberar, sanar, es el que propone Francisco en Ángelus de hoy domingo, porque la fe no es un consuelo que nos deja tranquilos, sino un impulso para dar a conocer a un Padre lleno de amor y compasión.
Una fe madura nos
pone en camino, nos hace salir como Jesús al encuentro de la humanidad herida y
nos manifiesta al Dios que ama y consuela. El movimiento, esa es la palabra
clave de la reflexión del Papa este medio día la hora del Ángelus, en la plaza
de San Pedro. Un Jesús que, como propone el evangelio de hoy, predica en la sinagoga,
cura a los enfermos y endemoniados, se retira en oración y retoma su camino. Un
continuo movimiento, que nos interpela.
“Jesús que sale
al encuentro de la humanidad herida, nos manifiesta el Rostro del Padre puede
que en nuestro interior aun tengamos la idea de un Dios distante, frio,
indiferente ante nuestra suerte. El Evangelio, en cambio, nos muestra que Jesús,
después de haber enseñado en la sinagoga, sale para que la palabra que ha
predicado pueda alcanzar, tocar y sanar a las personas. De este modo nos revela
que Dios no es un amo distante que nos habla desde lo alto; por el contrario,
es un padre lleno de amor que se hace cercano, que visita nuestras casas, que
quiere salvar y liberar, sanar todo mal del cuerpo y del espíritu”.
“Dios está
siempre cerca de nosotros”, agregó el pontífice, y su actitud es de “cercanía, compasión y ternura”.
No hay que olvidar que Dios que se acerca para acompañarnos, con ternura, y
para perdonarnos.
Movimiento y oración
que fortalece
En esa jornada en
constante movimiento. Jesús también se retira en oración. “para llevar todo
y a todos al corazón del padre”. Es la oración -subraya el santo padre-la
que le da fuerzas para seguir, para volver de nuevo a los hermanos.
Un incesante
caminar el de Jesús, que, para el Papa, son una invitación a reflexionar sobre
nuestra fe y que nos interpela.
Podemos
preguntarnos: ¿hemos descubierto el rostro de Dios como padre de la misericordia,
o más bien anunciamos y creemos en un Dios frio y distante? ¿La fe nos mueve a
ponernos en camino o es un consuelo intimista que nos deja tranquilos? ¿Rezamos
solo para sentirnos en paz, o la palabra que escuchamos y predicamos nos hace
salir también a nosotros, como a Jesús, al encuentro de los demás para difundir
el consuelo de Dios?
Portadores de
esperanza
Para responder a
estas preguntas, el Obispo de Roma invita a mirar el camino de Jesús recordar
que el primer “Trabajo Espiritual” que debemos realizar para
alcanzar una madurez en la fe es abandonar la idea de un Dos que creemos
distante y convertirnos cada día al Padre del amor y la compasión, ponernos en
camino como Jesús y pedir a María, Mujer en camino, que nos ayude a salir de
nosotros mismos para anunciar y testimoniar al señor.
“Cuando
descubrimos el verdadero Rostro del Padre, nuestra fe madura: ya no nos
quedamos como “cristianos de sacristía” o “de salón”, sino que nos sentimos
llamados a ser portadores de la esperanza y la sanción de Dios”.
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