Coca, Amapola y Lavado de Dinero.
El Perú es líder mundial exportando cocaína y, con gran
tesón de las mafias del narcotráfico, también ya es un pilar de exportación del
látex de amapola, insumo primordial de la heroína y el opio, drogas que figuran
entre las más consumidas y adictivas a escala mundial.
El poder económico y político de estas mafias se ha
expandido a paso firme década tras década y ha venido penetrando las esferas de
gobiernos locales y regionales, escalando en los últimos años hacia el Congreso
de la Republica y el Gobierno Nacional, a través del financiamiento de campañas
electorales.
Cajamarca es uno de los focos del narcotráfico en todo el
Perú.
Ahí operan más de 60 firmas que acopian y trafican
conjuntamente pasta básica de cocaína, látex de amapola e incluso heroína.
Chota y Celendín son las principales provincias
productoras de estas drogas, siendo Bambamarca (capital de la provincia
de Hualgayoc) el gran centro de acopio y distribución hacia Lambayeque.
Chota no solo es centro de producción sino también lugar
obligado de tránsito de la droga, en su viaje terrestre hacia Lambayeque
y de ahí a la frontera con Ecuador.
Tanto para las firmas acopiadoras apertrechadas en Bambamarca
como para los capos mayoristas con sede en Lambayeque, es
fundamental que las plantaciones siguen siendo clandestinas y que en todo el
trayecto no existe control policial.
Desde hace mucho, esa red mafiosa viene movilizando a
rondaros o seudo ronderos para que participen en actos de bandolerismo y
sabotaje en contra de proyectos mineros en yacimientos cercanos a las
plantaciones.
El sueño de esta red mafiosa es llegar a capturar el
Ministerio del Interior y el Ministerio de Defensa, para desde ahí poder anular
la acción especializada de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas en contra
de este flagelo.
Los ingresos ilegales generados por las firmas
productoras, acopiadoras y distribuidoras a lo largo de toda la cadena de valor
del narcotráfico requieren de mecanismos de “lavado de dinero”.
Es así que en Bambamarca y Chiclayo han
surgido como hongos cientos de edificios, hoteles, casinos, casas de cambio,
discotecas, tragamonedas, patios de comida, cines y muchas otras empresas
de “fachada” que mezclan las ganancias provenientes de actividades
ilícitas con fondos de procedencia legitima. Para no ser detectadas, disfrazan
a sus verdaderos dueños utilizando una red de testaferros. Las empresas de
fachada realizan movimientos financieros usuales, filtrando ilícitamente dinero
lavado en la realización de sus operaciones.
Aparte de estos negocios diversos, hay tres sectores que
son estratégicos para la actividad de lavado de dinero al por mayor; el sistema
financiero, las universidades y las empresas de transportes. Los dos primeros
le permiten amplificar el lavado de dinero y hacerse de una reputación
comercial, social y política, mientras que un servicio de transporte informal
es fundamental para el traslado camuflado de la droga y los insumos que
permiten producirla.
Al ofrecer bienes y servicios a precios por debajo de su
real costo, las empresas de fachada generan una competencia desleal a las demás
empresas. Distorsionan los precios de mercado por el lado de la oferta y
también por el lado de la oferta y también por el lado de la demanda, puesto
que los mafiosos disponen de excedentes masivos que se gastan en viajes,
fiestas, compras de lujo, financiamientos de equipos de futbol y, por último,
la compra de candidatos políticos que luego quedan comprometidos a dar normas
para favorecer sus actividades ilícitas.
La demanda artificial que genera el dinero sucio da lugar
a un aumento también artificial de los precios, debido a quienes lavan dinero
están siempre dispuestos a pagar más por cualquier bien o activo.
Para las demás empresas o políticos que no gozan de los
millonarios recursos provenientes de la plata sucia lavada por empresas de
fachada y entidades financieras inescrupulosas, la subsistencia en el mercado
se toma en una gimnasia cotidiana dramática.
El lavado de dinero también afecta la recaudación
tributaria mientras al mismo tiempo genera espejismos de bonanza por las
inyecciones de liquidez invisible en la economía, incidiendo en proyecciones de
crecimiento del PBI mayores a las reales, lo que induce a la aplicación de
políticas fiscales expansionistas que ahondan el desbalance fiscal a mediano
plazo, incentivando un endeudamiento público excesivo, no sostenible en el
tiempo.Incautan droga en tienda comercial de Chota
El masivo movimiento de dinero ilegal genera también una
alta volatilidad en la demanda de dinero, en los flujos internacionales de
capital y el tipo de cambio debido a transferencias transfronterizas de activos
inesperados.
Según la Unidad de Investigación Financiera (UIF),
del 2010 al 2016 se lavó más de US$ 13 mil millones en Perú. Sin embargo, está
cifra no estaría reflejando la real situación en toda su dimensión pues, si
bien se aproxima de alguna forma al dinero ilegal proveniente del narcotráfico
y la minería ilegal, subestima los flujos de dinero ilícito proveniente de la
corrupción, la tala ilegal, el tráfico de tierras, el contrabando, la
subvaluación, la trata de personas, el tráfico de animales y otros delitos.
Debe fortalecerse la autonomía y la capacidad de acceso a información y
monitoreo actualizado de la UIF, procurando que su labor merezca el
respaldo articulado de todo el Estado para combatir el lavado de dinero. Para
ello es esencial blindar el sistema político de la infiltración mafiosa y la
captura de organismos tutelares de la Nación, como la Policía Nacional.
Como reza la hermosa canción: Amapola, lindísima Amapola,
será siempre mi alma tuya sola; yo te quiero, amada niña mía, igual que ama la
flor la luz del día. Hoy más que nunca, recemos porque los mejores peruanos,
los más honestos y probos sean quienes los cargos de ministros. Las riendas del
Estado deben iluminar el destino de todo el pueblo peruano y no el de las
mafias, sus lacayos y lugartenientes.
El precio de la heroína en el mercado internacional es
más elevado que el de la cocaína. Tan es así que 3 o 4 narcos que están entre
los más poderosos del Perú dominan el circulo de la amapola.
Según el especialista en temas de narcotráfico Jaime
Antezana Rivera, el narcotráfico en Perú y en el norte del país han
aumentado. Los sembríos de amapola florecen en Cajamarca,
Amazonas y Piura, extendiéndose a Huánuco, San Martin y Ancash.
También en los últimos años ha ingresado a Huancavelica, La Libertad,
Lambayeque, Pasco, Junín y Lima (Canta), Ayacucho, Cusco y Apurímac.
Solo como ejemplo, en 2009 el proyecto minero Rio Blanco ubicado en las cabeceras de cuenca de las provincias piuranas de Huancabamba y Ayabaca, sufrió el ataque de pseudo ronderos que, para proteger los cultivos de amapola en la zona arremetieron contra el campamento quemándolo y matando a dos vigilantes y dejando a siete personas desaparecidas. En 2015 ese proyecto minero sufrió la desaparición de cuatro trabajadores, tres de ellos fueron hallados muertos.
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