Por: Elías Daniel Pinglo Risco - Gestión y Control Público
Los empresarios mineros que operan en nuestro país
invitaron a un Premio Nobel de Economía, Paul Romer, para que dicte
interesante charla sobre la realidad internacional y de paso, sobre el impacto
que tendrá la puesta en funcionamiento del Puerto de Chancay para la realidad
peruana, de Sudamérica y del planeta en general.
Interesantes conceptos los vertidos por el señor Romer,
pero dos fueron principales y nos dibujan lo que sucederá en las próximas
décadas; además de que nos explican cosas que ya están sucediendo aquí pero que
no queremos todavía entender.
La más triste es que visiona una migración del talento
empresarial peruano, cuyas oleadas abandonan ya el Perú, rendidos ante tanta
corrupción y tremendo olvido. Sabemos aquí que es imposible iniciar un negocio
en un territorio en donde el Gota a Gota llega primero a tu local y
mucho antes de que los compradores de tus productos o servicios lleguen. O en
donde el extorsionador legalizado usando tantos reglamentos te hacen la vida a
cuadritos exigiendo formalidades municipales y ministeriales que son muy complicadas
pero que se resuelven de inmediato si entregas una muestra de “tu cariño”.
Según Romer, deducimos que los nuevos caminantes de América seremos peruanos,
compitiendo con los hermanos venezolanos o colombianos quienes desde tiempo
atrás ya se distribuyen por todos los países vecinos.
Lo otro, menos triste pero sencillamente realista, es que
la novedad de Chancay Puerto no puede salir adelante sino está acompañado por
Chancay Región, esto es, un territorio en donde se pueda participar con
tranquilidad sin miedo a que te asesinen apenas saques las narices a la calle.
Y de acuerdo a como están las cosas en un país como el nuestro, cuyo aeropuerto
se anula con facilidad provocando un apagón y donde los más altos funcionarios
nada resuelven por vivir debatiendo en un conclave de oportunismo al que le
llamamos Congreso… pues entonces definitivamente no vamos a ningún sitio si no
tomamos, como país, una decisión fría y maquiavélica y que a muchos nada va
gustar.
¿Qué propone Romer? Pues consolidar a
Chancay como ciudad Chárter. Esto es una figura de extraterritorialidad en la
cual una porción de territorio es entregada a un país extraño para que lo
administre bajo su propio orden legal. A lo máximo, se puede pactar para que el
nombrado gobernante de la Ciudad Chárter sea escogido por el gobierno peruano o
por un mecanismo electoral. Pero todo el resto, el entorno, será colocado por
los extraños conquistadores económicos y así en ese lugar del planeta, pues
reinará el extranjero.
Esta figura no es nueva en el mundo de la globalidad,
pero si es una tabla de salvación para un nuevo orden mundial, en el cual China
desea con desesperación pasar al dominio del Océano Pacifico ahora que el
Atlántico ya perdió su vigencia y razón por el desgaste de tantos siglos de
dominio.
Por eso dice Romer que Perú debe convocar al Gobierno
Chino para que se haga cargo del territorio. Y algo de eso ya debe estar
avanzando pues últimamente se están multiplicando los viajes de jefes
policiales hacia China, dizque a recibir cursos de Gobernanza y también viajan
autoridades del Poder Judicial para “aprender” el modo en que se imparte
justicia popular en China. O sea, todo eso ya está caminando y prontamente se
hablará solamente chino en Chancay.
¿Qué si estamos preparados? Por supuesto que
no. Y, es más, saltarán por allí nacionalistas a ultranza, a pretender que eso
es entreguismo y que debemos defender las tierras con la vida a pesar de que a
sus habitantes ni siquiera les aseguramos vida, salud ni trabajo… pero ¡no
queremos perderlos!
Pues ya los perdimos. La economía mundial es una aplanadora a la que nada se opone y hay grupos por aquí que distribuyen dinero a manos llenas, comprando todo lo que se pueda negociar, desde empresas de servicios públicos hasta conciencias de los impresentables, que no nos representan para nada, pero si se están asegurando para ellos y su descendencia como socios locales de la poderosa China, tan lejana antes y tan cerca ahora, que desde la bodega de la esquina han pegado el gran salto y ahora es la dueña del Perú.
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