LA FANFARRA DE LAMBAYEQUE | POR: GUILLERMO PÉREZ SIALER

El término de Fanfarria, es de origen desconocido. Se le llama a un Conjunto musical ruidoso, principalmente a base de instrumentos de metal, a veces acompañada de percusión, con fines de señalización en batallas, cacerías y ceremonias de la corte. Durante la era romántica, las fanfarrias se usaban a menudo en la ópera como, por ejemplo: Fidelio, de Ludwig van Beethoven; Carmen, de Georges Bizet y Tristán e Ysolda de Richard Wagner.

En el Perú, el Dr. Guillermo Baca Aguinaga crea la Fanfarria el 07 de mayo de 1963 y la incorpora a la celebración del aniversario del nacimiento del ínclito Víctor Raúl Haya de la Torre. Más tarde, la denominó: La Fanfarria de Lambayeque. Actualmente la integran una legión de músicos y gallardos jóvenes, hombres y mujeres que desfilan cada 22 de febrero, Día de la Fraternidad, desfilan al compás de los acordes musicales de trompetas, pífanos, címbalos, bombo, tambores, tarolas, lira, schellembaun y la presencia de 30 estandartes y 105 banderas.

En nuestras marchas, se oye el ronco sonido de los tambores, la estridencia de los címbalos, la armonía melodiosa de los pífanos y la sonora voz de las trompetas, adornadas con amplios y colgantes banderines rojos. En toda esta manifestación, exaltamos los grandes valores que inspiraron la obra del maestro VICTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE.

Es ocasión para expresar nuestro sentido reconocimiento a todos los amigos, compañeros, instituciones y autoridades que, a través del tiempo, dieron base a la creación y existencia de la Fanfarria de Lambayeque. En todos ellos cabe el honor y la gloria.

Expresamos también, nuestro homenaje a los jóvenes y adultos, hombres y mujeres leales y entusiastas que responden siempre con desinterés económico a nuestras convocatorias.

De todo corazón, muchas gracias a los directores musicales, todos ellos, distinguidos profesores: Victorino Amaya Paiva (director fundador), Felipe Ayala Ortiz, Encarnación Rodríguez Chiscúl y ahora, el profesor Victorino Amaya Arrunátegui.

Finalmente, nuestro significativo agradecimiento a los compañeros que contribuyen para preparar de la mejor manera a 150 jóvenes, mantener relucientes y en perfectas condiciones tal cantidad de instrumentos, enseñar a tocarlos en los ensayos en un ambiente adecuado y dentro de una organización que tiene disciplina, entusiasmo, pero también; fe y persistencia en la esperanza de un Perú mejor. Indudablemente, es un esfuerzo singular que merece relieve.

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