- La temperatura de la habitación, los ruidos y hasta el tamaño de la cama influyen en el descanso.
Llegó el
momento de irte a acostar. Un día más, no sabes si vas a lograr conciliar el
sueño a la hora que querés. Es que para algunos, intentar descansar por las
noches puede convertirse en toda una hazaña, sobre todo si comparten cama.
Los ronquidos, los ruiditos, o las
posturas imposibles son solo algunos de los inconvenientes que hay que afrontar
para conseguir descansar; y eso sin hablar de insomnio, la apnea del sueño o el
sonambulismo. Razones todas por las que muchas parejas ya optan por dormir en
camas separadas.
Pero antes de que estas situaciones
distorsionen el correcto desarrollo de la intimidad, se pueden poner en
práctica algunas técnicas que ayudan a dormir mejor en compañía.
1. Aminorar los ronquidos
Alrededor de 37 millones de adultos
roncan regularmente, según la NationalSleepFoundation. Y lo malo de estos
molestos jadeos es que pueden hasta doblar la intensidad de su sonido en
cuestión de segundos. El ronquido puede ser un síntoma de apnea de sueño, un
trastorno tratable que hace que la respiración se detenga varias veces por la
noche.
Para Rafael Téllez, responsable de
la Unidad del Sueño de la Clínica IMQ- Virgen Blanca de Bilbao, los ronquidos
tienen una fuerte relación postural.
“Estar boca arriba provoca ronquidos más intensos y frecuentes”, explica.
Las posturas laterales o la utilización de dispositivos de apertura de las
fosas nasales suavizan la respiración.
“Si el clima es muy seco, se puede
resecar la cavidad oral y empeorar el ronquido, por lo que se recomienda el uso
de dispositivos humidificadores”, añade.
Asimismo, la almohada que se utilice
también es un factor a tener en cuenta. Si son muy gruesas, producen un efecto
de hiperflexión de cabeza, es decir dificulta el paso del flujo aéreo a través
de la faringe, aumentando el ronquido. “Esto se puede mejorar utilizando
almohadas de menor grosor”, concluye.
2. Temperatura ambiente
La temperatura óptima para dormir
ronda entre los 15 a 20 Cº, según la FNS. Pero esto puede que no persuada a su
compañero de cama que anhela un dormitorio cálido o a una persona que le guste
dormir con la ventana abierta. Este es un factor clave para la calidad del sueño.
Si las temperaturas son extremas,
tanto calurosas como muy frías, el sueño se verá interrumpido a lo largo de
toda la noche. “En verano, la recomendación suele ir orientada a generar algo
de corriente suave como abrir ventanas o el uso de ventilador. El aire
acondicionado es desaconsejable”, comenta Téllez.
En invierno conviene cubrirse con
ropa abrigada. “A pesar de que la
tolerancia a la temperatura varía en cada individuo en invierno siempre hay que
abrigarse”, matiza.
3. La cama, cuanto más grande mejor
Una cama más grande siempre es una
solución. Invertir en ello es, también, una buena inversión en salud. Existe
una tendencia a fabricar cada vez las camas más grandes. Para Federico
Murialdo, empleado del departamento de marketing de Flex todo se mueve en
función del mercado.
“La gente
cada vez busca mejorar la calidad de su descanso y, para ello, hace falta tener
una superficie de apoyo completa y adecuada a la hora de dormir. Cuanto más
espacio tengas en la cama mejor descanso tendrás”, comenta.
“La medida
que más se consume y que sirve de referencia en el sector es la de 150x190, a
partir de ahí cada persona es un mundo. También existe la posibilidad de poder
hacer medidas dobles uniendo dos colchones de medidas individuales, por
ejemplo, para colchones de 1.50, dos de 75, los de 1.80, dos de 90 y para 2
metros, 2 de 1.00”, añade.
Todo ello, para lograr una mayor
independencia de lechos, pues al dormir en pareja la persona de mayor peso
condiciona a su compañero. Para esto,el material del colchón también es
imprescindible. Las principales tecnologías aplicadas en el sector son los
muelles, las espumas técnicas, la viscoelástica y el látex pero, el uso de cada
uno de ellos es algo muy personal.
“Una persona
que mide 2 metros y pesa más de 50 kilos no se le podría vender un
viscoelástico porque se hundiría con más facilidad”, indica Federico. A todas
estas tecnologías se le pueden ir sumando varias capas de confort usando
poliéster, fibras hipoalergénicas o materiales naturales como algodón, lana o
alpaca”, concluye.
4. Diferentes horarios y
preferencias antes de dormir
Quizás, este asunto sea uno de los
más complicados a abordar pues, todos tenemos un reloj interno que determina a
qué hora comenzamos a sentir sueño y a qué hora nos despertamos por la mañana.
Sobre todo, en las profesiones por turnos. Y aunque la creencia popular es que
estos ritmos no se pueden cambiar, lo cierto es que sí se puede.
“Aunque el
reloj biológico tenga su automatismo, el individuo puede forzar a modificarlo a
través de pautas de conducta y aprendizaje”, sugiere el doctor Rafael
Téllez. En estos casos, la comunicación con la pareja es crucial para evitar
confrontaciones a la hora de irse a la cama.
Fuente: Clarin
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