Es posible
que la razón por la que te cueste tanto estar activo físicamente no pase por tu
falta de voluntad, sino por el simple hecho de cómo eres.
O que las
innumerables excusas que sueles mencionar para justificar una vida sedentaria
en realidad tengan fundamento, o por lo menos algunas de ellas.
El punto es que no
puede ser simplemente casualidad que pese al bombardeo de información sobre los
numerosos beneficios que brinda el ejercicio, tanto para la salud como para el
estado de ánimo, todavía haya una mayoría de la población que no hace ningún
tipo de entrenamiento físico.
"Por
experiencia se debe a una condición o predisposición genética ligada al
somatotipo de cada persona", le explicó a BBC Mundo Juan Francos Marco, licenciado
en ciencia deportiva del centro Alto Rendimiento.
"Para alguien
endomorfo es mucho más difícil cualquier actividad física que para una persona
del grupo ectomorfo o mesomorfo, y eso hace que tengan más predisposición a
llevar una vida más perezosa. Si hacen ejercicio es más por una recomendación
médica".
Nuestros ancestros
Para el
profesor David Lieberman, experto en la evolución biológica del ser humano, la
explicación puede remontarse incluso hasta nuestros ancestros.
En
un trabajo que realizó en 2015, "¿Realmente es el ejercicio una
medicina? Una perspectiva evolutiva", el profesor de Harvard explica
cómo nuestros antepasados tenían la tendencia de reposar y guardar energía
cuando no estaban obligados a someter al cuerpo a exigentes jornadas de caza o
se trasladaban de un lugar a otro.
"Es
natural y normal ser físicamente flojos", aseguró.
"Nuestro instinto
ha sido siempre ahorrar energía. Durante la mayor parte de la evolución humana
eso no tenía relevancia porque si querías poner comida en la mesa tenías que
trabajar realmente duro", en referencia a que en aquellos tiempos no resultaba
fácil encontrar las cantidad de alimento necesaria para balancear las calorías
que se quemaban cuando se salía en cacería.
En
una entrevista con el diario The Washington Post, Lieberman explicó
que en la vida moderna no se necesita el mismo esfuerzo físico ya que las
máquinas y la tecnología nos hacen la vida mucho más fácil, pero que "heredamos sus instintos" de reposar cuando no es necesario
estar en movimiento.
En el mismo
artículo, el profesor Bradley Cardinal, de la universidad estatal de Oregon,
escribe que no cree que todo se deba a un tema biológico y que hay un aspecto
social que tiene un efecto negativo en las personas.
En ese sentido se
refirió al hecho que en muchos círculos de la vida en los que nos
desenvolvemos, sea con amigos o profesionalmente, está mal visto no hacer
ejercicio y no se entiende que la actividad física se debe llevar como algo
natural, incluso cuando se decide no hacerla.
Zona de confort
Para
Sherry Pagoto, profesora de medicina de la universidad de Massachusetts, en un
artículo publicado en el portal Psychology Today, lo más difícil es poder superar el rechazo psicológico que se genera a raíz de las muchas situaciones incómodas que se
experimentan del propio ejercicio físico.
Sudar,
pasar frío, sentirse sin aliento, los dolores musculares o el sacrificio que
implica son elementos que juegan constantemente con la mente, que suele entrar
a menudo en una confrontación con la voluntad de las personas.
Pagoto
considera que la incomodidad de esas situaciones es algo temporal y que el
cuerpo humano se adapta a las nuevas experiencias, lo que abre un abanico de
posibilidades y recompensas.
Para ello también es
importante entender la realidad en la que cada persona ha vivido.
"La cultura y la educación toman un aspecto relevante a medida que
se va creciendo", indicó el profesor Marco, del centro Alto Rendimiento en
España.
"Si
nunca se ve a nadie de tu familia o de tu entorno practicar deporte o hacer ejercicio
será difícil se que se sienta atraído a hacerlo. En caso contrario el niño lo
incorpora como algo implícito para el resto de su vida", explicó.
"Otro
factor que condiciona es la motivación", siguió Marco.
"La
gente quiere resultados rápidos porque asocian que hay un sufrimiento que
requirió mucha voluntad y disciplina".
"Si no ven la
recompensa aparecen las dudas y cuestionan si está valiendo la pena el
esfuerzo".
Según
el preparador físico español lo más recomendable es entender que se trata de un proceso lento, que si bien requiere
voluntad y dedicación, con el tiempo se obtendrá la recompensa.
Y que no
hay nada reprochable con el hecho de que algunas personas son simplemente más
perezosas y otras por naturaleza son más activas.
Fuente: BBC






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