Las arterias carótidas se ubican en ambos lados del cuello y
tienen la función de transportar sangre al cerebro. La acumulación de grasas en
las paredes interiores de estos vasos sanguíneos origina la disminución o
interrupción total del flujo sanguíneo al cerebro provocando los accidentes
cerebrovasculares.
A este proceso se le denomina arteriosclerosis o la
enfermedad de las arterias carótidas.
“Este mal es una bomba de tiempo que avanza silenciosamente
y ataca a personas que desde jóvenes han consumido alimentos altamente
calóricos y grasosos. Peor aún, la situación se complica si son adultos mayores
y sufren del corazón, siendo más propensos, a sufrir un infarto cerebral que le
provoquen daños neurológicos irreversibles o la muerte”, afirma el cardiólogo
de Essalud, Johnny Siccha.
Los factores de riesgo que influyen en este tipo de males
cardiacos son la obesidad, tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes, consumo
excesivo de grasas, sedentarismo, colesterol, estrés, entre otros.
Por lo general, la persona afectada no presenta síntomas;
estos suelen aparecer cuando una de las arterias se obstruye parcial o
totalmente.
Algunos signos de alarma son mareos, ceguera, sensación de
desmayo, adormecimiento de cuerpo y problemas de habla y deglución. El
pronóstico es evolutivo y desencadena en uno o múltiples infartos cerebrales
con fatales consecuencias.
Una de las primeras medidas de prevención para evitar este
mal es cambiar los hábitos de estilo saludable como la ingesta de alimentos
bajo en carbohidratos, grasas y sal, además de realizar actividad física y
reducir el consumo de alcohol y tabaco.
Asimismo, es importante realizarse periódicamente un examen
a las arterias carótidas a través del doppler de las carótidas, un aparato
ultrasonido que permitirá obtener información del estado de gravedad de las
carótidas para iniciar un adecuado tratamiento.
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