* El problema nace cuando el financiamiento viene de una sola persona y quien, finalmente, tiene la última palabra.
* La
utilización de los partidos políticos no para satisfacer las justas
expectativas de los electores, sino para satisfacer sus intereses personales
engañando a los electores bajo el paradigma de la representatividad.
* Hablamos de
una fragmentación de la vida partidaria como una de las causas principales que
revelan porque la corrupción a pesar de todo lo acontecido en la vida política,
sigue subsistiendo cada vez con mayor fuerza en nuestro país.
Es imposible que
pueda existir una democracia representativa, plena y transparente como los
ciudadanos la conciben, sin que no existen partidos políticos serios,
transparentes y con propuestas que sean creíbles a la altura de las graves
circunstancias y problemas agudos que enfrenta nuestra nación. Hablamos de un
país que está sometido a la corrupción en las altas esferas del poder y la
política como parte de su normalidad cotidiana, en tanto que todos los últimos
exmandatarios y una serie de altos funcionarios, por una u otra razón, siempre
han terminado involucrados en investigaciones, denuncias y otras graves
acusaciones por una interminable lista de delitos y actividades que se vinculan
con la corrupción y otras graves actividades que resultan conexas.
Un panorama de
estas características desde todo punto de vista y por encima de cualquier
dirigencia política debe ser motivo de una profunda y seria reflexión de parte
de nuestras autoridades y ciudadanos, partiendo de la premisa de que todos
nuestros expresidentes procesados o investigados por corrupción llegaron a la
máxima función, justamente a través de los partidos políticos que no solo
hicieron posible su candidatura, sino una elección mayoritaria en las ánforas
electorales como el máximo símbolo de una democracia. Una continuidad
partidaria, en todos y cada uno de los gobiernos, como parte de una misma
correa de transmisión, que permite que el fenómeno de la corrupción política se
perpetue en cada mandato presidencial y pase de un gobierno a otro como si
fuera normal.
La corrupción
política deja de ser una actividad residual resultado del mismo ejercicio de la
política partidaria, y pasa a convertirse en un entramado como parte de un
juego político y maquiavélico, en el presente caso controlado por los
beneficios inigualables que brinda la inmunidad en el ejercicio del poder y la
labor pública.
Un componente
casi exclusivo de la dirigencia política y partidaria, como el mejor medio para
defenderse y blindarse, frente a cualquier contingencia que surja o se haya
suscitado en el pasado. Hablamos de continuas y futuras investigaciones por
corrupción que se perpetúan en el tiempo, básicamente derivadas de los
beneficios intocables que ofrece la función pública, en el presente caso como
la máxima de la gobernabilidad y una democracia, en la que resulta que no todos
somos iguales ante la ley.
CORRUPCIÓN PARTIDARIA
Nadie en su sano juicio puede estar en contra
de la importancia y trascendencia que tiene para la democracia los partidos
políticos. Como los verdaderos propulsores.
La democracia
como la entendemos los ciudadanos comunes, simplemente no puede existir, si es
que antes y después no media la existencia irrestricta de los partidos
políticos posiblemente como el medio ideal de protección de los ciudadanos.
Los partidos políticos son la máxima expresión y la representación de los ciudadanos democráticos, en razón a que de mutuo propio, deciden por convicción participar activamente en el desarrollo de la vida política y justamente a través de los partidos políticos. Sin embargo, el problema de la corrupción en los partidos políticos no radica en que son los propios partidos quienes la fomentan o apoyan, sino por sobre todo de quienes los dirigen, que son en última instancia, los que con sus actitudes negativas hacen factible que la corrupción y otras patologías grupales aparezcan inmersas en la vida de los partidos políticos.
MONOPOLIO
PARTIDARIO
No se puede negar
que en todas las democracias del mundo en donde los partidos políticos son su
mejor aliciente y fortaleza, existe intereses personales, de grupo o familiares
que se plasmen en la vida partidaria interna de los partidos políticos. En unos
países más o en otros menos, dependiendo de la solidez, la transparencia, la
alternancia y sobre todo, de la sólida trayectoria de la vida partidaria
interna. La lucha por el poder no es una sola constante en la vida política,
sino hasta cierto punto una necesidad impostergable la que su mismo
razonamiento hace posible que solo lleguen a las altas esferas del partido solo
los más capaces, en el entendido que se trata de partidarios que valoran la
idoneidad, el talento, las aptitudes profesionales y por encima la trayectoria
ejemplar en la vida personal, familiar y partidaria a sus integrantes.
El problema surge
cuando algunos candidatos bajo el esquema del caudillaje, el financiamiento
económico propio y un aparente liderazgo sin mayores fundamentos o razones,
terminan siendo ellos mismos y su entorno íntimo, los que tienen la última
palabra sobre los destinos del partido, soslayando de esa manera la naturaleza
misma del partido político que no es otra cosa que la democracia colectiva en
el ámbito interno de la misma agrupación política. Al margen de algunas
exigencias, se supone que todos son iguales y tienen el mismo derecho por
competir por la representatividad del partido en igualdad de condiciones.
AUSENCIA DE
TRANSPARENCIA
La carencia de
mecanismos internos de control en materia de transparencia y gestión
partidaria, no solo es una grave falencia que desestabiliza desde todo punto de
vista la vida partidaria, sino lo gravitante es que permite que quienes
integran el partido muchas veces sin tener las condiciones mínimas y necesarias
terminan integrando y representando al partido político en su totalidad, sin
que necesariamente se hayan respetados los procedimientos democráticos internos
para tales designaciones. Las comisiones internas de vigilancia y disciplina
partidarias deben cumplir su rol estratégico y veraz dentro de la vida
partidaria, a tal nivel que, si desde un primer momento no se eligen a los
mejores integrantes y candidatos, la trayectoria del partido aparecerá
enturbiada por las malas designaciones y representaciones. Se entiende que solo
los candidatos más aptos desvinculados a cualquier acto o conducta que pueda
enturbiar la trayectoria ética de la agrupación o partido político, deben ser
apartados como ejemplo a la sociedad.
PODER
ECONÓMICO
No es que no sea
importante el tema económico, sobre todo respecto al financiamiento de las
campañas políticas, sin el cual es materialmente imposible participar en una
contienda electoral. Sin embargo, en el presente caso, deben agotarse todos los
medios posibles para comprobar la licitud y procedencia sobre los fondos que
financian una campaña. Cualquier indicio sobre el particular, dada la situación
actual de la corrupción en el ejercicio de la política como parte de una
constante, debería excluirse en aras de la misma salud moral del partido.
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