La Ministra de Comercio Exterior, siguiendo la nueva costumbre de los políticos que mucho viajan ahora y dizque para promover nuestro desarrollo, ha chocado con los burros, anunciando que China desea comprar la carne de este animal y que, por esa razón, se tratará de una gran oportunidad para el Perú. Y nos referimos a “nueva costumbre” porque varios están haciendo lo mismo. Se van, divagan por allí, se les ocurre cualquier nimiedad y vuelven triunfadores, anunciando lo que no se puede hacer ó lo que únicamente les conviene a sus propios intereses, pero pretenden convencernos para que nos sintamos agradecidos y satisfechos con sus imaginarias gestiones.
Lo del burro si es una patinada tremenda. Digna de los
gobiernos de este tiempo. ¿Cómo se puede calificar a una funcionaria que
debería tener un conocimiento pleno de sus asuntos antes de “meter la pata”? Ha
sido el Ministro de Agricultura quien ha informado, corrigiendo a su colega, lo
que parece más acertado: primero, que China no consume carne de burro en
grandes cantidades y que el interés solamente fue manifestado por uno de los
empresarios de ese país que maneja un pequeño círculo mercantil proveedor de
productos medicinales; segundo que si realmente China tuviera interés en
comprar carne de burro para consumo general no alcanzarían todos los burros que
existen en el Perú para completar un simple envío de muestra; tercero, que
nuestro país no tiene una capacidad suficiente para implementar una cadena de
suministro para estos animalitos; y cuarto, nos ha dejado ver que la visita de
la delegación peruana a China no ha tenido ningún nivel de trato de “país a
país” sino que se trata del interés de algunos avezados que pagan el pasaje a
ciertos ingenuos turistas y los llevan para que firmen cualquier disparate, no
importa si, como no entienden “ni michi”, son capaces de pactar la venta en
vivo de la abuelita con sus joyas guardaditas o lo que falte por entregar en el
Perú a los extranjeros.
Todo lo que suceda en los años venideros al Perú será
causado por barbaridades en la gestión del Estado que se están produciendo
ahora, sin que nos demos cuenta de sus consecuencias. El caso de los burros nos
llevó a imaginar que el gobierno mandaría a decomisar a los pocos animalitos
que solamente unos cuantos campesinos todavía mantienen guardados en el fondo
del corral y que, por haber sido reemplazado por motos y camionetas de lujo, ha
pasado a ser otra mascota de la casa, dejando de lado el importante rol que
cumplía en las labores diarias del campo y su transporte.
Tal vez la única salida para este disparate de los burros,
sea realizar una prueba de calidad y al igual que lo está sugiriendo un cómico
nacional en sus redes, embarcar unas 130 muestras en el primer barco que salga
con destino a China. Ustedes imaginan de dónde obtenemos esas muestras. Pero ya
en el terreno serio, los viajes de estos políticos se están transformando en un
grave riesgo pues, tan similar a las gallinas viejas, ni ponen ni encluecan.
Pero sí cuestan. Y bastante.
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