El suceso, que pondrá a la costa peruana en los ojos del
planeta, se suma al anuncio de otro futuro megapuerto en Arequipa, llamado
Corío y que muestra, adicionalmente, mejores condiciones de profundidad y una
estratégica vecindad con las zonas mineras de Perú y Bolivia que lo convierten
en otra perla más de las que el futuro inmediato muestra al Perú de nuestros
hijos.
La profundidad portuaria, llamada batimetría, facilita el
acceso a los buques de mayores dimensiones, considerados como de sétima
generación y que son los dominantes en los mares en estos tiempos.
Se informa que Corío garantiza 28 metros de profundidad en
tanto que Chancay únicamente alcanza a los 18 metros. Callao cuenta con 16
metros y Valparaíso, al sur, apenas garantiza 14, para que comprendamos las
cosas.
Los anuncios que pueden ser la gran oportunidad para nuestro
país, si es que podemos manejarlos, vienen acompañados ahora con el pronóstico
de una fuerte y poderosa migración boliviana que pasará la frontera, vía Puno,
para aprovechar la evidente explosión económica peruana.
Por lo pronto ya comenzaron los agoreros de las redes
sociales, hablando sobre la crítica situación financiera que se vive en el país
altiplánico y que empujará a la inversión boliviana hacia el sur peruano,
generando allí mayor inestabilidad social y una enorme necesidad de servicios.
Lógicamente, la ola humana que se espera también copará gran
porcentaje de los miles de puestos de trabajo que supone el explosivo
crecimiento peruano, transformado ahora en la locomotora de América.
Vemos así que, luego de largas décadas de preponderancia
norteña y costera en el país, toca ahora a la sierra sur dominar el escenario
de la resurrección tal y como si los dioses andinos fuesen los portadores de
las trompetas de este singular apocalipsis que puede transformarse en un
paraíso como también puede acabar con una destrucción de ese concepto al cual
llamamos nación peruana.
Si continuamos jugando a la política con ese descuido que
nos tiene sumidos en la crisis moral y el divisionismo interno, los millones de
migrantes bolivianos se sumarán a los venezolanos que ya están arraigados en
nuestras tierras y a los brasileños que miran con enorme apetito las
oportunidades abiertas en el Perú del presente siglo.
Y ni que decir de los migrantes chinos, que arriban con
enorme cantidad de dinero en las manos, dispuestos a comprar todo lo que sea
negocio y poderío para ellos, mirando esta vez a Sudamérica completa como su
futura posesión.
Todo lo que sucederá y pronto, explica el interés chino de
invitar a políticos y técnicos peruanos a visitas que son financiadas por
recursos privados chinos. Se trata de generar agentes individuales de poder que
luego les permitan asumir los mandos en todos los niveles existentes. Y ¿qué
encuentran acá?.
Pues el enfrentamiento permanente entre los poderes del
Estado; la inseguridad ciudadana total; el terrorismo otra vez en las calles;
el derroche de los recursos públicos, empleando la prepotencia como insignia y
todos los síntomas en general que usted puede percibir en el comportamiento de
algunas personas que han visto en la alianza con los extraños la gran
oportunidad de dominar su pequeña parcela en nuestro Perú.
Un país sin liderazgo no puede resistir el impacto externo
que se avecina y nos enfrentamos nuevamente a una ruleta electoral que ya nos
muestra por dónde irán las propuestas y quiénes las financiarán.
Abrir bien los ojos es una ironía total frente a los
rasgados ojos orientales que nos miran con mucha curiosidad pero que luego la
transformarán en soberbia. Busque usted coincidencias lector, descubrirá
cuestiones y razones en el país y en las regiones. No se equivoque.
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