EL PAÍS AL REVÉS | POR: ELÍAS DANIEL PINGLO


Tal y como sabemos, estamos ya a solamente 60 días de la inauguración del Megapuerto en Chancay.

El suceso, que pondrá a la costa peruana en los ojos del planeta, se suma al anuncio de otro futuro megapuerto en Arequipa, llamado Corío y que muestra, adicionalmente, mejores condiciones de profundidad y una estratégica vecindad con las zonas mineras de Perú y Bolivia que lo convierten en otra perla más de las que el futuro inmediato muestra al Perú de nuestros hijos.

La profundidad portuaria, llamada batimetría, facilita el acceso a los buques de mayores dimensiones, considerados como de sétima generación y que son los dominantes en los mares en estos tiempos.

Se informa que Corío garantiza 28 metros de profundidad en tanto que Chancay únicamente alcanza a los 18 metros. Callao cuenta con 16 metros y Valparaíso, al sur, apenas garantiza 14, para que comprendamos las cosas.

Los anuncios que pueden ser la gran oportunidad para nuestro país, si es que podemos manejarlos, vienen acompañados ahora con el pronóstico de una fuerte y poderosa migración boliviana que pasará la frontera, vía Puno, para aprovechar la evidente explosión económica peruana.

Por lo pronto ya comenzaron los agoreros de las redes sociales, hablando sobre la crítica situación financiera que se vive en el país altiplánico y que empujará a la inversión boliviana hacia el sur peruano, generando allí mayor inestabilidad social y una enorme necesidad de servicios.

Lógicamente, la ola humana que se espera también copará gran porcentaje de los miles de puestos de trabajo que supone el explosivo crecimiento peruano, transformado ahora en la locomotora de América.

Vemos así que, luego de largas décadas de preponderancia norteña y costera en el país, toca ahora a la sierra sur dominar el escenario de la resurrección tal y como si los dioses andinos fuesen los portadores de las trompetas de este singular apocalipsis que puede transformarse en un paraíso como también puede acabar con una destrucción de ese concepto al cual llamamos nación peruana.

Si continuamos jugando a la política con ese descuido que nos tiene sumidos en la crisis moral y el divisionismo interno, los millones de migrantes bolivianos se sumarán a los venezolanos que ya están arraigados en nuestras tierras y a los brasileños que miran con enorme apetito las oportunidades abiertas en el Perú del presente siglo.

Y ni que decir de los migrantes chinos, que arriban con enorme cantidad de dinero en las manos, dispuestos a comprar todo lo que sea negocio y poderío para ellos, mirando esta vez a Sudamérica completa como su futura posesión.

Todo lo que sucederá y pronto, explica el interés chino de invitar a políticos y técnicos peruanos a visitas que son financiadas por recursos privados chinos. Se trata de generar agentes individuales de poder que luego les permitan asumir los mandos en todos los niveles existentes. Y ¿qué encuentran acá?.

Pues el enfrentamiento permanente entre los poderes del Estado; la inseguridad ciudadana total; el terrorismo otra vez en las calles; el derroche de los recursos públicos, empleando la prepotencia como insignia y todos los síntomas en general que usted puede percibir en el comportamiento de algunas personas que han visto en la alianza con los extraños la gran oportunidad de dominar su pequeña parcela en nuestro Perú.

Un país sin liderazgo no puede resistir el impacto externo que se avecina y nos enfrentamos nuevamente a una ruleta electoral que ya nos muestra por dónde irán las propuestas y quiénes las financiarán.

Abrir bien los ojos es una ironía total frente a los rasgados ojos orientales que nos miran con mucha curiosidad pero que luego la transformarán en soberbia. Busque usted coincidencias lector, descubrirá cuestiones y razones en el país y en las regiones. No se equivoque.


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