MERCEDES ARAOZ: LA INESTABILIDAD NUESTRA

“Un país no progresa sobreviviendo, se requieren políticas públicas estables que nos lleven a mejoras reales en la calidad de vida de todos los ciudadanos”.

La última semana fue de sinsabores y desconciertos. El lunes continuó la huelga de transportistas por la ola de crimen que los afecta como a muchos ciudadanos; todos tuvimos que ajustar nuestras agendas, reprogramar actividades o entrar en modo virtual. Luego un feriado que terminó con un ataque violento a civiles en una villa militar, incomprensible la ausencia de seguridad. El jueves el Congreso defenestró a la presidenta de la República entre gallos y medianoche. El viernes amanecimos con nuevo presidente, tal como manda el orden constitucional, pero sin saber qué mandato tiene, pues su ingreso al Congreso no fue por el voto popular, sino por ser el accesitario de otro presidente inhabilitado. Los resultados de corto plazo en los mercados casi no se sintieron, pareciera que vivir sin rumbo ha sido totalmente asimilado por la población. Cuando se lo cuento a alguien foráneo, no me entiende. ¿Cómo el Perú puede sobrevivir a una inestabilidad permanente?

Es solo sobrevivir, mientras nuestros políticos estiran la pita de la legalidad y la institucionalidad por conveniencia política, los peruanos nos vemos afectados, porque la pobreza monetaria y multidimensional no se reduce, sigue alrededor del 30% y la provisión de servicios como agua y saneamiento es deficiente. Los ciudadanos caminamos por las calles con temor ante asaltos, robo de celular, extorsión y sicariato. La incertidumbre puede que no afecte los mercados en el corto plazo, pero las decisiones de inversión y consumo se alteran en el mediano y largo plazo. ¿Cómo se invierte en un país donde las reglas se saltan o no se cumplen? Si cambias presidentes argumentando incapacidad moral, generando precedentes nefastos para el equilibrio de poderes y la estabilidad democrática, pasamos a ser un país donde la confianza ciudadana y empresarial se pierde y aprendemos a vivir sin esperanza, una sociedad donde prevalece la fuerza sobre el diálogo. Podemos estar en desacuerdo con el accionar político de quien nos gobierna, criticarlo por su ineptitud, pero saltarnos todos los procedimientos explícitos en las normas es inaceptable.

Un país no progresa sobreviviendo, se requieren políticas públicas estables que nos lleven a mejoras reales en la calidad de vida de todos los ciudadanos. Para ello necesitamos un real acuerdo nacional que fije un derrotero limpio y estable. Nuestros políticos deben dejar de lado la guerrita sucia y el jueguito de tronos porque empieza la etapa electoral. Necesitamos una actitud política seria que se comprometa en perspectivas de largo plazo, sin sobreprometer, pero que nos encamine al desarrollo.

Empecemos por lo urgente, la seguridad ciudadana: se requiere que no haya impunidad invirtiendo en prevención e inteligencia frente al crimen organizado, atención a las zonas calientes, recortarles las fuentes de ingresos cerrando la minería ilegal, fortalecer la vigilancia vecinal y la policía nacional. También un sistema de justicia menos politizado y mejor capacitado para que cumpla cabalmente su función. Para ello se requiere una economía sólida, que el nuevo poder del Congreso en esta etapa electoral no lleve a los parlamentarios a hacer un festín presupuestal al aprobar el Presupuesto 2026. Observemos las recomendaciones recientes de la OCDE para encaminarnos nuevamente a una economía saludable. Los votantes se lo agradeceremos, no podemos normalizar esta inestabilidad, queremos honrar al Perú nuestro cada día.

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