MONSEFÚ: “EL PARTO QUE TERMINÓ EN PESADILLA”

SOMBRAS DE NEGLIGENCIA EN EL CENTRO DE SALUD DEL DISTRITO DE LA ‘CIUDAD DE LAS FLORES’

En la madrugada del 13 de noviembre de 2025, Tatiana Avigail Uypan Custodio llegó al Centro de Salud de Monsefú buscando atención para dar a luz a su hijo. Había cumplido sus controles prenatales, tenía ecografías recientes y un embarazo que, si bien mostró rasgos de macrosomía fetal, no había sido catalogado como de alto riesgo.

Como respuesta, lo que siguió, según su propia declaración policial, respaldada por documentos oficiales y copias médicas, constituye uno de los casos más inquietantes de presunta negligencia en la atención materno-infantil de la región Lambayeque.

Este reportaje reconstruye minuciosamente los hechos relatados por la madre, los documentos adjuntos y el acta de nacimiento, para exponer un cuadro que apunta a fallas sistémicas y responsabilidades aún sin aclarar.

UNA MADRUGADA SIN RESPUESTAS

Según la declaración de Uypan, a las 4:50 de la madrugada llegó al centro de salud con contracciones y dolor. El personal la evaluó y determinó que solo tenía dos centímetros de dilatación, por lo que la regresaron a casa. Horas después, a las 7:00 a.m., volvió con mayor dolor y fue revisada nuevamente. Recién entonces se constató que ya estaba en seis de dilatación, pero, aun así, según la madre, no se le informó de una posible referencia a un hospital con mayor capacidad resolutiva.

La obstetra mencionada en los documentos, identificada por la madre como Emelina Fernández Calderón, habría insistido en que todo estaba dentro de lo normal y que no era necesario trasladarla. Esa decisión, aparentemente simple, desencadenaría el resto de los acontecimientos.

LA SALA DE PARTOS: PRESIÓN, DESESPERACIÓN Y UN BEBÉ QUE NO LLORABA.

De acuerdo con el testimonio oficial, alrededor de las 10:00 de la mañana la paciente ingresó a sala de partos con dolores intensos. Allí, afirma, recibió una atención que, de confirmarse, contravendría protocolos básicos de obstetricia.

La madre relata que los internos presionaron vehementemente su abdomen y antebrazo para acelerar la expulsión fetal, una maniobra que podría constituir mala práctica obstétrica. La propia obstetra habría participado luego de que la paciente manifestara dolor insoportable.

Finalmente, el bebé nació. Pero no lloró. No respiraba adecuadamente y presentaba signos evidentes de sufrimiento: tono disminuido, poca reacción y ausencia de llanto fuerte.

Según la declaración, el personal del centro de salud demoró en traer oxígeno y, mientras tanto, realizaron maniobras manuales de reanimación. El bebé habría tardado casi diez minutos en reaccionar débilmente.

EL RECIÉN NACIDO: SEÑALES IGNORADAS Y UN DETERIORO SILENCIOSO

Una vez en la habitación, la madre comenzó a notar que el rostro de su hijo estaba amoratado. Al mencionarlo, le dijeron que “era normal”. También notó frío extremo en el cuerpo del bebé, pero, nuevamente, el personal habría minimizado la situación.

Horas más tarde, según consta en la declaración, una enfermera observó que el recién nacido no respiraba bien. Al revisar su temperatura, detectaron 34 grados, un nivel peligrosamente bajo para un neonato. Luego, se evidenció dificultad motora en una de las extremidades inferiores del niño.

Para ese momento, la vida del bebé ya dependía de una acción inmediata.

EL TRASLADO TARDÍO QUE CAMBIÓ EL PRONÓSTICO

Ante el evidente deterioro del recién nacido, el centro de salud gestionó el traslado al Hospital Las Mercedes. Según el relato, la ambulancia no contaba con sirena funcional, retrasando la salida. El bebé fue llevado sin incubadora y sin balón de oxígeno activado, según lo declarado por la madre y su pareja.

En el hospital, el diagnóstico fue contundente: el recién nacido debía ingresar a cuidados intensivos de inmediato.

Rayos X posteriores revelaron un daño grave: los pulmones contenían líquido amniótico mezclado con restos fecales, un indicio de aspiración durante el parto, complicación que requiere manejo urgente y protocolos estrictos.

A esto se sumó un hallazgo más devastador: el bebé había sufrido hipoxia, falta de oxígeno y desarrolló un edema cerebral por inflamación, según lo relatado a la madre por los médicos del hospital.

EL ESTADO ACTUAL: UN BEBÉ LUCHANDO POR SOBREVIVIR

El diagnóstico es severo. El pequeño Anthony Snaider Mechan Uypan, según el acta de nacimiento del 13 de noviembre, 10:45 a.m., permanece en estado crítico, conectado a un respirador artificial y alimentado por sonda nasogástrica.

Las secuelas neurológicas aún no pueden determinarse. Su pronóstico, de acuerdo con lo informado a la madre en el hospital, es reservado.

LA MADRE TAMBIÉN SUFRIÓ DAÑOS: RESTOS PLACENTARIOS Y NEGLIGENCIA POSTPARTO

La declaración de Uypan también incluye un detalle alarmante: días después del parto, una ecografía transvaginal habría revelado que tenía restos placentarios, complicación que puede generar infecciones graves o hemorragias. Según su denuncia, la obstetra que la atendió no completó la expulsión ni informó del riesgo, obligándola a acudir al Hospital Las Mercedes para un procedimiento de legrado.

Es decir, tanto el bebé como la madre habrían sido víctimas de un manejo inadecuado del parto y del postparto inmediato.

¿FALLAS INDIVIDUALES O UN SISTEMA COLAPSADO?

Si el relato de Tatiana Uypan es corroborado durante las investigaciones, el caso no sería un simple error médico, sino un reflejo de un sistema que no está protegiendo ni a las madres ni a los recién nacidos.

CONTEXTO: MONSEFÚ Y LA HISTORIA REPETIDA

No es la primera vez que denuncias por mala praxis envuelven establecimientos de salud de primer nivel en Lambayeque. El déficit de especialistas, la infraestructura limitada, la dependencia de internos y el retraso en las referencias son problemas recurrentes.

Pero este caso va más allá: expone la fragilidad de un sistema que no puede permitirse fallar cuando se trata de vidas tan vulnerables.

LA JUSTICIA TENDRÁ QUE RESPONDER

Tatiana Uypan ha entregado copias de su carnet materno perinatal, ecografías, informes obstétricos, Doppler color, ecografía fetal, partes médicos, el acta de nacimiento y otros documentos más. Todos están ahora en manos de la Policía Nacional y, presumiblemente, pasarán a la Fiscalía.

Se trata de un caso que exige una investigación profunda, independiente y rigurosa.

Porque un recién nacido pelea por su vida.
Porque una madre denuncia haber sido maltratada, ignorada y expuesta a un riesgo innecesario.
Porque la confianza pública en el sistema de salud depende de que episodios como este no queden impunes.

¿Quién responde por la cadena de decisiones que, según la madre, dañó vidas? La madre ya habló. Los documentos ya existen y la investigación recién comienza.






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