CRÓNICA DE UNA MUERTE LENTA: LAMBAYEQUE CON EL TURISMO A LA DERIVA, AUTORIDADES SIN BRÚJULA Y UN MAR QUE YA NO PERDONA

En Lambayeque, tierra de museos que son joyas continentales y playas que deberían ser orgullo nacional, el turismo agoniza no por falta de belleza, sino por falta de cerebro, criterio y profesionales capacitados. Y Pimentel, la playa más fotografiada del norte, acaba de convertirse en el espejo perfecto de ese desorden institucional que no solo espanta visitantes, sino que ridiculiza a toda una región que vive anunciando grandeza mientras administra improvisación.

El episodio de la pareja de novios sacada de la playa por policías municipales que exigían un permiso inexistente no es un simple malentendido: es la radiografía exacta del problema. Una agente que no conoce la norma, un municipio que publica un comunicado para luego desmentirse, un alcalde que dice una cosa mientras su personal hace otra, y turistas, o en este caso, novios huyendo del lugar donde deberían sentirse bienvenidos.

Y, como si no bastara, al día siguiente, una promoción escolar completa decidió irse a otra playa aterrada por el comportamiento de la gestión del alcalde de Pimentel. Eso, señor alcalde, es golpear directamente al turismo y los bolsillos de quienes usted en un momento les pidió un voto.

Esta triste situación ocurrió horas después de que el propio alcalde anunciara en radio nacional que nadie debía pagar ni pedir permiso.

ESCENA ES TRAGICÓMICA

Turistas, familias y fotógrafos piden permiso para usar la playa, mientras el alquiler informal de cuatrimotos —con menores manejando sin control circulan libremente sin que nadie intervenga.

Ese es Lambayeque hoy: donde lo inocuo se castiga y lo peligroso se ignora.

LA RAÍZ DEL PROBLEMA

Lo sucedido en Pimentel no es un accidente aislado. Se repite en Túcume, en Ferreñafe, en Mórrope, en Lambayeque ciudad y en otros distritos con gran atractivo turístico.
En cada distrito, el visitante encuentra un mismo patrón: serenos sin preparación, policías municipales que desconocen sus funciones, comerciantes que no fueron sensibilizados y autoridades que confunden el turismo con un rubro menor.

Porque en Lambayeque, donde el turismo mueve miles de empleos, se siguen designando funcionarios al azar:
El actual gerente regional de Turismo es un contador público, no un profesional del sector.
En cualquier parte del mundo sería impensable. En Lambayeque parece normal.

Los colegios profesionales como el Colegio de Licenciados en Turismo tocan la puerta, advierten, entregan propuestas, piden criterios técnicos, alertan del daño reputacional. Pero nadie les abre.
En Lambayeque, a los que saben se les ignora, y a los que no saben se les entrega el timón.

LA RUTA DEL PAPA: EL ANUNCIO QUE SE QUEDÓ EN AIRE

Hace meses se anunció la famosa “Ruta del Papa” con discursos grandilocuentes, conferencias, fotos oficiales y aplausos sincronizados.
Pero, como casi todo en Lambayeque, quedó en eso: foto, papel, promesa. Nada más.

No hay señalización, no hay plan turístico, no hay presupuesto, no hay cronograma, no hay nada.
La ruta que debía convertirse en atractivo internacional hoy es un concepto gaseoso que solo gana polvo en algún escritorio del Gobierno Regional.

UNA REGIÓN QUE NO ENTIENDE EL TURISMO

El turismo no se sostiene con anuncios ni con buenas intenciones. Se sostiene con: profesionales técnicos en turismo, guías capacitados, planificación seria, señalización, orden, seguridad y sobre todo, respeto al visitante.

Pero en Lambayeque, el turista es tratado como intruso, y el poblador como adversario, porque nadie se ha tomado la molestia de capacitarlo, sensibilizarlo o integrarlo.
En vez de enseñar a los vecinos que el turismo es ingreso, empleo y desarrollo, se les deja a ciegas. Y así aparecen los conflictos, las malas prácticas, la desinformación, el rechazo.

Alcaldes sin visión contratan personal sin formación, improvisado, sin criterio, sin idea del impacto que puede tener un mal procedimiento en redes.
Una intervención absurda como la de Pimentel —filmada y viralizada— puede destruir en horas lo que una región intenta construir en años.

REGIÓN QUE PUEDE, PERO NO QUIERE

Lo más doloroso es que Lambayeque tiene todo para ser potencia turística:
Las Tumbas Reales, el Señor de Sipán, el Museo Brüning, Túcume, Chaparrí, playas hermosas, gastronomía que compite a nivel nacional, tradición histórica que no se agota.
Pero todo eso se pierde en manos de instituciones que no entienden que el turismo no es un adorno cultural, sino una industria.

Mientras no haya profesionales en los cargos adecuados, Lambayeque seguirá tropezando con los mismos errores:
Playa por playa. Distrito por distrito. Año tras año.

CONCLUSIÓN DE UNA CRÓNICA QUE QUEMA

Lo que pasó en Pimentel no es un incidente, es una advertencia. Es el grito de una región que necesita gerentes que sepan de turismo, municipios que contraten gente capaz, campañas reales de sensibilización y una visión moderna que ponga al turista —y al poblador— en el centro.

Porque si Lambayeque sigue manejando el turismo con improvisación, será el propio mar el que siga cobrándonos factura… y seguirá ahogando oportunidades que ya no podemos darnos el lujo de perder.

Compartir:

Publicar un comentario

 
Designed by OddThemes & Best Wordpress Themes 2018
Copyright © Semanario Clarin Chiclayo | Contacto | Acerca De