(Expreso) La ceguera y angurria de nuestra clase política la ha convertido en tonto útil de grupos radicales que siempre intentaron dinamitar la reforma educativa y lo han logrado. Hoy no solo le han dado protagonismo en la agenda nacional sino que hasta han abrazado sus causas de cuestionar y tirar al retrete todo lo avanzado. Incluso, le han ofrecido a esas hordas dirigenciales la cabeza de la ministra de Educación, cual cereza en un helado.
Y,
nuevamente reitero, aquí nadie duda de la impericia de la administración
Kuczynski en la gestión de conflictos sociales y la ausencia de liderazgo en
promover reformas de políticas públicas. Sin embargo, la oposición ha actuado
como una salvaje barra brava frente a un despistado hincha de un equipo
contrario.
El “bullying”
político no solo ha puesto contra las cuerdas a un gobierno sino que junto a él
ha maniatado el futuro de nuestros hijos, que deberían ser siempre el foco de
cualquier reforma educativa.
¿Alguna exigencia de las dirigencias
radicales para mejorar sustancialmente la calidad educativa enfocada a los
niños del Perú?
Por
más de dos meses, hemos visto desfilar por calles, plazas y medios de
comunicación a los distintos voceros de esas dirigencias. En resumen, el
mensaje claro y directo es: aumento de sueldos con estabilidad laboral absoluta
sin meritocracia y relajo total de sus evaluaciones, es decir, sin ninguna
exigencia a cambio.
Frente
a ello, el Gobierno no supo cómo actuar, se atolondró ante el rugido de las
calles y fue presa fácil de los grupos extremistas que aplicaron la estrategia
de multiplicar sus focos de distracción, aupados en una clase política sedienta
de protagonismo.
Hoy,
más de dos meses después de iniciada la huelga, el panorama es desolador: un
gobierno más debilitado, una oposición que celebra junto a las dirigencias
extremistas su pírrico triunfo, mientras que los hijos del Perú siguen
desorientados y tal vez peguntándose:
¿Y de esta huelga qué hemos ganado
nosotros, los supuestos herederos del país?
La
respuesta genuina a esa interrogante es: no han ganado NADA, por el contrario no solo han perdido horas y conocimientos,
sino que han convertido su futuro educativo inmediato en un juego de ruleta
rusa, donde la mediocridad de la enseñanza tal vez sea el máximo premio.
Y
así, finaliza un capítulo más de las vivencias de un atribulado Perú, donde el
palo ensebado sigue siendo la mejor distracción de nuestra clase política.
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