(AFP) El papa Francisco lanzó el sábado desde Medellín un fuerte llamado a la Iglesia para que se aleje del confort y el "afán de lucro", y le pidió que no le tema a la renovación.
"Como ya he dicho en otras
ocasiones, el diablo entra por el bolsillo", declaró el pontífice en su
visita a la que fuera la capital mundial del narcotráfico, penúltima escala del
viaje a Colombia que concluirá este domingo.
En una misa ante más de un millón
de fieles, y después en un encuentro con la comunidad religiosa, Francisco
reforzó su prédica a favor de una Iglesia próxima a los pobres.
"La Iglesia es 'zarandeada'
por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no
nos debe dar miedo", afirmó en la eucaristía.
El papa agregó que los sacerdotes y
jerarcas eclesiásticos son "interpelados" por un "clamor de
hambre y justicia", y que en Colombia se espera que se comprometan en la
reconciliación de una nación lacerada por medio siglo de enfrentamiento armado
con 7,5 millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.
Después de alentar decididamente el
acuerdo que permitió el desarme y transformación de la guerrilla comunista de
las FARC, en misas que congregaron a casi dos millones de fieles en Bogotá y
Villavicencio, Francisco se enfocó de nuevo en el clero.
Las vocaciones "mueren cuando
(...) la motivación es 'subir de categoría', apegarse a intereses materiales,
que llega incluso a la torpeza del afán de lucro", les dijo a sacerdotes y
monjas.
- Humildad como "ejemplo"
-
Desde la ciudad con más templos en
Colombia, Francisco también instó a la Iglesia a involucrarse en las causas de
los desfavorecidos, aunque para "algunos eso parezca ensuciarse,
mancharse".
La multitud respondió con aplausos
al mensaje del primer pontífice latinoamericano, que concluirá su periplo este
domingo en el puerto de Cartagena.
"La humildad de Francisco es
un ejemplo, y la Iglesia se debe comprometer más, porque el comportamiento (del
papa) tiene credibilidad", dijo a la AFP Mónica Arias, una mujer de 50
años que viajó hasta Medellín desde Apartadó, una zona bananera castigada por
el conflicto.
La visita a Medellín tiene un
significado especial para el papa de 80 años, porque fue en esta ciudad donde
la jerarquía católica de América Latina se comprometió en 1968 con la llamada
"opción preferencial por los pobres".
El papa aprovechó su paso por
Medellín para insistirle a la Iglesia en que apoye la reconciliación en
Colombia, tras el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) y los diálogos en curso con el Ejército de Liberación Nacional
(ELN), última guerrilla activa.
El miércoles les había recordado a
los obispos que no eran "políticos" sino pastores.
Jorge Mora, un campesino de
sombrero y poncho, de 65 años, que viajó cuatro horas en autobús para la misa
del papa, cree que la Iglesia también debería acompañar el esfuerzo de paz del
presidente Juan Manuel Santos, criticado por sectores de derecha que cuestionan
las que juzgan como concesiones a la rebelión comunista.
"El
papa viene a ver si cuadra esta paz del todo", expresó a la AFP Mora, a
quien presuntos paramilitares le mataron dos sobrinos.
-
"Sicarios de la droga" -
Con dos millones de habitantes,
Medellín aún intenta superar años de violencia del narcotráfico y es una de las
ciudades que más rechaza la política de paz de Santos.
El mandatario enfrenta la oposición
sin tregua de su antecesor Álvaro Uribe (2002-10), un líder de derecha muy
popular que fracasó en su intento de derrotar militarmente a las FARC pese a
los contundentes golpes que les propinó.
Ahora Uribe acusa a Santos, su
exministro de Defensa, de entregar el país a los rebeldes. Ausente en las dos
misas anteriores, el exmandatario escuchó al papa en Medellín como "un
peregrino más", según dijo.
Durante su discurso a la comunidad
religiosa, el pontífice se detuvo, improvisó y rindió tributo a los jóvenes que
han muerto a manos de las mafias de las drogas.
Juventud inquieta "tantas
veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae a ese
recuerdo", lamentó Francisco en el acto de la plaza de toros y
espectáculos La Macarena, donde el abatido capo Pablo Escobar hizo estallar una
bomba que dejó decenas de muertos y heridos en 1991.
El viernes el jefe del Vaticano
exigió "verdad y justicia" para las víctimas del conflicto.
Ya convertidas en partido legal,
las FARC se someterán a una justicia especial que prevé que los responsables de
delitos atroces, incluidos agentes del Estado, eviten la cárcel si confiesan
sus crímenes, reparan a las víctimas y prometen nunca más ejercer la violencia.
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