Santa Rosa de Lima
Isabel Flores de Oliva se convirtió en santa Rosa de Lima el
12 de abril de 1671, más de 50 años después de su muerte a los 31 años de edad,
y desde entonces cada 30 de agosto los fieles acuden a su santuario en el
Centro Histórico para pedir que les cumpla un deseo.
La santa
nació en Lima en 1586 y sus padres fueron Gaspar Flores, un arcabucero de la
guardia virreinal, natural de Puerto Rico, y la limeña María de Oliva y
Herrera.
El apelativo
de Rosa se lo ganó de bebé, cuando su madre vio sus mejillas, estando en la
cuna, del mismo color de las rosas.
Fue una
laica consagrada a Dios y al prójimo, dado que vivió dedicada a servir a los
necesitados y ofreció sus propios sacrificios personales en una pequeña celda
construida en su hogar.
"Ella
se sacrificaba con continuas penitencias, pero es un ofrecimiento de su dolor
por la salvación de los pecadores, por los moribundos de Lima", explicó a
"Efe" el historiador Rafael Sánchez-Concha.
Santa Rosa
"es un ejemplo de mujer que se sacrifica por su sociedad, porque se
ocupaba de los pobres, de enseñarles a las niñas los rudimentos de la fe",
agregó el experto.
Además, se
cuenta que la santa había advertido de un gran terremoto y maremoto que
destruirían Lima, razón por la cual tenía por símbolo a un ancla con la ciudad
capital, lo que representa "la esperanza de la salvación", indicó
Sánchez-Concha.
Rosa recibió
el sacramento de la confirmación en 1597 del arzobispo Toribio de Mogrovejo, en
el distrito de Quives, en la sierra de Lima; al igual que lo hizo San Martín de
Porres.
Santo Toribio de Mogrovejo
Nació en
1538 en España, donde estudió leyes antes de ser ordenado diácono, sacerdote y
consagrado obispo en una misma ceremonia en la catedral de Sevilla, para ser
enviado a Lima como arzobispo por el rey Felipe II.
"Era un
hombre muy culto, un hombre recio y duro, temido por los curas párrocos",
contó el también catedrático a raíz de la labor de inquisidor que antecedió a
Toribio de Mogrovejo.
Una vez en
Perú, santo Toribio estuvo a cargo de organizar la Iglesia católica en el
entonces virreinato con la aplicación del concilio de Trento, sobre la
renovación del catolicismo, y organizó el Tercer Concilio Limense, que produjo
los catecismos en los idiomas nativos de quechua y aimara en 1582.
En una sociedad
virreinal, explicó Sánchez-Concha, "los santos brillan porque son los
ejemplos de salvación", son los referentes de una persona que se ha
salvado.
Toribio de
Mogrovejo viajó por toda su diócesis supervisando que se cumplan las normas y
se respete su jurisdicción. Murió en Zaña, en el norte de Perú, en 1606.
San Martín de Porres
A su vez,
san Martín de Porres, nacido en Lima en 1579, demostró que la santidad es lo
más importante en la sociedad y que puede ser para todos, pues él era un mulato
despreciado, como todos los de su clase social, recordó el experto.
"A
pesar de ser mulato (de padre español y madre negra panameña), como tenía fama
de santo él aconsejaba al virrey, y era respetadísimo y queridísimo",
afirmó Sánchez-Concha.
A pesar de
que su nombre de pila era Martín de Porras, por ser hijo del español Juan de
Porras, el papa Juan XXIII lo canonizó como San Martín de Porres en 1962, quizás
para evitar las connotaciones indebidas de su apellido.
San Martín
era el portero y barrendero en el convento de los Dominicos y desde su puesto
vivía pendiente de ayudar a los enfermos y pobres con cariño y generosidad.
Se sabe que
el Papa Francisco tiene una especial devoción por el Santo de la Escoba, como
se conoce a San Martín, y que tiene una imagen del santo mulato, fallecido en
1639 y canonizado en 1962.
San Juan Macías
Fue un
fraile dominico, amigo personal de San Martín, nacido en Extremadura, España,
en 1585, que llegó a Lima para cuidar ganado a la ribera del río Rímac.
"Era un
santo retraído, que ayudaba mucho a los pobres", señaló el historiador,
pero también fue un asceta, "que se golpeaba el pecho con una piedra hasta
escupir sangre".
Sánchez-Concha
explicó que esta práctica de mortificaciones físicas era regulada en esa época
con maestros espirituales que las supervisaban.
San Francisco Solano
De igual
manera, asceta y además misionero fue san Francisco Solano, dedicado a predicar
en el Centro de Lima con una calavera en la mano y una cruz para que la gente
se enmendase del pecado, según dijo el experto.
Francisco
Solano nació en España en 1549 y murió en 1610 en Lima, después de dedicarse a
evangelizar por toda Sudamérica como fraile franciscano, en absoluta sencillez.
Durante su
largo viaje de evangelización de pueblos indígenas y colonos españoles, el
padre Solano llegó al Chaco paraguayo, al Río de la Plata en Uruguay, y a Santa
Fe y Córdoba en Argentina.
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