Al ver la noticia, todos
los ateos, agnósticos y aborteros de las redes (o sea,
nuestros amixers), empezaron a tener una reacción parecida a esta:
¿Qué está pasando? ¿Adiós para siempre, cardenal Copiani?
No es que queramos pincharles el globo de la genuina felicidad,
pero con este nombramiento debemos aclarar que
Cipriani sigue siendo cardenal y lo será hasta el día de su muerte. Monseñor
Barreto no es su reemplazo. Ahora la Iglesia católica en el Perú tiene dos
cardenales. A ver, vayamos paso a paso.
1. Los cargos
En
nuestro país hay un obispo en cada diócesis (que es la forma de administrar en
distintas ciudades). Por ejemplo:
- Juan Luis Cipriani es arzobispo de Lima.
- Pedro Barreto es arzobispo de Huancayo.
El cargo de “arzobispo” es más bien honorífico pero es la misma
vaina que el obispo. Este puesto es como ser un gerente (solo por la
verticalidad o la jerarquía). Ahora, a
este cargo se debe renunciar a la edad de 75 años. Cipriani
cumple 75 en diciembre y Barreto en febrero. Ambos
presentarán su renuncia a sus respectivos arzobispados. A R Z O B I S P A D O
S. Y ya verá Pancho si los manda a su casa o si los lleva al Vaticano o si
continúan como arzobispos. Dicho esto, pasemos al
plato fuerte. El plato del power.
2. ¿Y cómo es la vaina con los cardenales?
Ser cardenal es un puesto justito detrás de ser papa. En algunos
países hay más de un cardenal. En el nuestro, el papa Juan Pablo II nos maldijo nombró a Cipriani como cardenal
allá en los noventa. Era el único y por eso
siempre estaba figureteando. Con el nombramiento de
Pedro Barreto, Copiani ya no será el único. Ambos serán cardenales y, porsiaca,
para que quede claro:
Los cardenales son cardenales hasta que se mueren
Entonces
no nos hemos librado de Cipriani.
No, no nos hemos librado de
Cipriani, pero que haya otro cardenal es una gran noticia porque el
organizador de la Marcha por la muerte de las
mujeres Vida debe estar renegando pues ya no tendrá todo el
protagonismo del que ha gozado por décadas. De todas maneras, es un buen
domingo. Enjoy.
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