Por: Henry Urpeque Neciosup
Ese día el brillo en los ojos del maestro, era lleno de luz, jamás su mirada distraída y su paso lento, me harían presagiar que serían los últimos segundos de su vida. Su sonrisa elegante y su amabilidad para contestar todas las venias, eran un espectáculo que quedará grabada para siempre en mi memoria.
Era el
segundo día del Festival Gabriel García Márquez (Gabo 2019). Habíamos viajado
más de 2 mil kilómetros, para disfrutar del encuentro de periodistas más
importante de Iberoamérica, pero todo se convirtió en un paréntesis, cuando el
maestro Javier Darío Restrepo, llegó al evento y se detuvo a escuchar una de
las conferencias. Miradas de asombro, gestos de sorpresa y hojas blancas con
lápices empezaron a multiplicarse. No era para menos, todos querían inmortalizar
un autógrafo, un consejo o una foto, del periodista colombiano que por más de 50
años dedicó su vida al tema de la ética periodística.
Miles de
recortes atesoraba en mis estantes, discursos, carpetas enteras de videos,
frases, fotos y todo lo que fuera útil coleccionar sobre él, lo tenía. Pero
ahora estaba frente a mí en el Festival que su amigo, el entrañable Gabo, había
creado hace 25 años, para reunir a los periodistas en busca de la excelencia.
Esperé un
momento hasta que el maestro se acercara a revisar unos libros, y en menos de
20 segundos ya estaba frente a él, extendiéndole mi mano afectuosa. Se
sorprendió, pero al instante le recordé su paso por Chiclayo en marzo del 2018.
Su memoria estaba lozana, pese a sus 84 años, recordaba con precisión su paso
por el norte del Perú. Recuerdo que aquella vez me acerqué y le pedí que me
firmara su obra más emblemática “El zumbido y el moscardón”, el libro, que
resume lo más valioso de su consultorio de ética y ahora después de más de un
año, estaba frente a él en Colombia con su segundo volumen de consejos. Ese
ejercicio de palabras y haber avivado su memoria, me permitió retenerlo por
unos minutos. El maestro amable y sonriente cogió el lapicero y firmó la dedicatoria
más significativa que me tocado recibir. Aquel dos de octubre, en el
orquiderorama del Jardín Botánico, a las 11 de la mañana, quedará para los
anaqueles de la memoria.
Mi corazón
palpitaba a mil latidos por segundo, la voz parecía entrecortarse y mientras
terminaba de firmarme su libro, cogí mi grabadora y no dude ni un solo segundo
en entrevistarlo. Lo que viene a continuación es todo lo que dijo el maestro
por última vez. Un periodista puede sentirse bien por titulares, portadas,
premios y aplausos por sus destapes, pero nada tiene mejor valor que un buen
consejo que se aprende en la memoria y se posa en el corazón, para hacer más
humana esta actividad.
A
continuación, la entrevista que compartí con Javier Darío Restrepo.
¿Maestro en estos tiempos hablamos mucho de ética,
se debe tener como insumo fundamental en el ejercicio periodístico? ¿Un
periodista debe tener en cuenta que la ética hará la diferencia en todo lo que
existe?
Sí, es que
la ética siempre es algo práctico, no es teoría. Por tanto uno a medida que
vive tiene mayor posibilidad de crecer éticamente. Y crece éticamente cuando su
viuda esta ordenada para ser cada vez mejor. El que considera que ya llegó, se
condenó a ser mediocre y eso de ético no tiene nada. La ética siempre te está
impulsando, primero a hacer crítica de ti mismo, para ver qué es lo que hay que
cambiar y luego hacer todos los días mejor, por eso es inmensamente dinámica la
ética. Y si la miras desde el punto de vita profesional, sea de médico, de
abogado, de geólogo o de periodista, eso significa ser profesionalmente de los
mejores.
¿Ahora, la ética no se enseña en las
universidades, escuelas? ¿Qué se puede proponer allí?
Pueden
ayudar, las escuelas, las universidades pueden prestar una ayuda, pero la ayuda
principal está en el hogar. Y en el hogar no a partir de regaños, sermones y
cosas de esas, no, sino a partir del ejemplo, el ejemplo de los padres es
definitivo.
¿Entonces el buen periodista se forma en el
hogar?
Es que para
ser buen periodista tiene que ser primero buena persona y aprender a ser buena
persona es algo que enseña el hogar. El problema que están teniendo ahora las
universidades es que quieren hacer excelentes profesionales, pero no unos
buenos seres humanos, esa es la gran falla.
¿Ayudaría algo poner en las currículos la ética como enseñanza?
Ayuda algo,
pero no tanto como se piensa. Porque es que la ética no se enseña, sino se
comparte y se comparte a través del ejemplo. Ayuda mucho toda la estructura
intelectual que tiene lo de la ética, pero eso es lo menos importante, lo más
importante es un profesor de ética, que el mismo sea periodista y que el mismo
haya tenido que resolver dilemas éticos todos los días, ese es el mejor
profesor.
¿Y el trabajo del periodista tiene un enorme
reto, en un ambiente de tanta corrupción?
Justamente
allí es donde el reto se vuelve mayor. Cuando tú te metes en medio de políticos
que son todos corrompidos, que utilizan la corrupción para su propio provecho.
Allí es donde te das cuenta de la necesidad que tienes de ser alguien
inmaculado, es decir no tienes ningún motivo de sospecha para los demás.
Proyectos que quedaron en el tintero
El maestro
también me confesó algunos planes, que se quedaron en el tintero y se apagaron
junto con su vida.
¿Qué proyectos tiene a corto plazo, maestro?
Primero
vivir cada día, y vivirlo bien. Sé que mi tiempo es corto, por tanto hay que
aprovecharlo todos los días.
Pensé que
se iba a lanzar aquí (Festival Gabo 2019) una colección de conferencias sobre
ética y periodismo, eso es lo más inmediato, y luego hay otras cosas que se
están cocinando. Los Viejos tenemos que mantener actividad permanente, o si no
nos enloquecemos.
Vaya con
alegría maestro, su legado seguirá firme en todos aquellos que amamos el
periodismo como una verdadera herramienta de cambio social.
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