El Gráfico descansa en paz
Antes de cada
partido, y en los entretiempos, los altavoces de los estadios de fútbol emitían
a fines de los años 60 una publicidad de tonos épicos: “El martes es el día del deporte / porque en cada rincón de la
Argentina / 'El Gráfico' en el quiosco de la esquina / 'El Gráfico' se juega
junto al bar”. La canción funcionaba como un credo compartido por
muchísimos hinchas que, ansiosos, esperaban la revista incluso el lunes por la
noche cuando empezaba a circular.
“El Gráfico”, rezaba la publicidad también, era escrito “con pasión y emoción” por “periodistas
de profesión” y “deportistas de
corazón”. Así sentían que hablaban también sus lectores, a los que se les
soltó una lágrima al enterarse que su vieja “biblia” futbolística ya no saldrá más en papel. La empresa
Torneos, que la había adquirido hace casi dos décadas, le dio la estocada
definitiva. Un final anunciado en buena parte por los cambios tecnológicos que
transformaron el modo de relacionarse y consumir el fútbol.
Una influencia intercontinental
Pero hubo un
tiempo en el que “El Gráfico” tenía
una enorme influencia más allá de la Argentina. A tal punto que en la portada
se ponían los precios de venta de muchos países.
La revista fundada en marzo de 1919
por Constancio C. Vigil, de la editorial Atlántida, inventó un
lenguaje, fue el transmisor de una idea de entender el fútbol que se separó
claramente de la inglesa.
Las discusiones
en las casas, los bares y lugares de trabajo estaban teñidas de lo que las
grandes plumas vertían (Dante Panzeri, Borocotó) en esas
páginas. Llegó vender 900.000 ejemplares cuando Argentina
obtuvo su segundo Mundial. También popularizó el tenis y fue la primera
publicación que dio cuenta de que un joven argentino daba vueltas en
motocicleta por América Latina. Hablaba de Ernesto Guevara.
La historia de la
decadencia de la revista está en parte relacionada con dos momentos amargos de
la Argentina.
El primero, la última dictadura
militar (1976-83). Editorial Atlántida se alineó con los golpistas. Frente
a las denuncias internacionales de violaciones a los derechos humanos, “El Gráfico” llegó a inventar durante el Mundial 1978 que se realizó en
este país una carta de Rudolf Krol, el capitán del seleccionado de Holanda, en
la que se dirigía a su hija.
“Mamá me contó que los otros días lloraste mucho
porque algunos amiguitos te dijeron cosas muy feas que pasaban en Argentina.
Pero no es así. Es una mentirita infantil de ellos. Papá está muy bien. Aquí
todo es tranquilidad y belleza. Esta no es la Copa del Mundo, sino la Copa de
la Paz. No te asustes si ves algunas fotos de la concentración con soldaditos
de verde al lado nuestro. Estos son nuestros amigos, nos cuidan y nos
protegen…No tengas miedo, papá está bien, tiene tu muñeca y un batallón de
soldaditos que lo cuida, que lo protege y que de sus fusiles disparan flores”.
Llegó la
guerra de Las Malvinas, en 1982, y “El Gráfico” predijo una
final en el Mundial de España entre Argentina e Inglaterra que ganaba la
selección celeste y blanca 2-1.
Diego
Maradona llegó a tener 134 portadas, entre ellas la de la final
inventada. Pero “El Gráfico” se sumó
en 1991, cuando Atlántida se alió con el presidente Carlos Menem, a la campaña
de demolición de la estrella.
De semanal a mensual, antes del cierre
Carlos Ávila, un
empresario que se enriqueció con la transmisión de los partidos de fútbol en
vivo, le compró la revista a Atlántida en 1998, creyendo que le daría mayor
influencia en la FIFA. La televisión, y en especial los canales
deportivos en el cable, la volvieron sin embargo un objeto antiguo. Además,
había aparecido un diario estrictamente deportivo, “Olé”. Sus ventas cayeron por el piso.
Quince años atrás, para salvarla, pasó a ser mensual. Para colmo, Torneos, la empresa que se quedó con “El Gráfico”, terminó salpicada por el “FIFAgate”. El mundo de las redes sociales y los nuevos usos del teléfono terminaron por extenderle el certificado de defunción. No pudo cumplir un siglo.
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