¿LAVA JATO PARA RATO?


Un viejo amigo a quien dije que esperaba que el caso llegara a una conclusión estratégica en 2018 me respondió con ironía rimada: Lava Jato, Para Rato. No le culpo el pesimismo. Uno mira las fuerzas en juego, el encubrimiento disfrazado de investigación y resulta difícil no concluir que salvo algunos lornas pícaros que irán a la hoguera proclamando su inocencia, los verídicos bribones de peso volverán a barajar sus cartas marcadas cuando amaine la tormenta y la normalidad de la trampa torne a ser una vez más la regla.

Pero yo creo que con el poco de suerte que hace falta para que el diablo no meta la cola, saldrá a la luz el número suficiente de revelaciones como para que una masa crítica de perpetradores sea expuesta junto con sus fechorías. Lo que no sé es qué se hará con esa información.

Siendo que el caso cubre desde la derecha bruta hasta la izquierda blanda, desde la post-ideología hasta la lobotomía, ¿de dónde saldrá la coalición ciudadana de indignados con aguante para canalizar las acciones, las reformas que son indispensables para convertir el enojo justiciero en un conjunto de cambios perdurables en la sociedad?

Lo que el periodismo investigativo podrá hacer es exponer, revelar, explicar, contar y, espero que casi siempre, probar. ¿Será suficiente? Claro que no. La verdad de los hechos, por poderosa que sea, no se basta sola. Mientras no existan fuerzas organizadas que actúen sobre lo revelado, todo lo que el buen periodismo puede lograr es darle a la gente el poder de la información que no siempre se traduce en acción y cambio.

"Que la prisión de los Humala Heredia continúe refleja la tremenda presión política del APRA y el fujimorismo, con la aquiescencia del Neville Chamberlain de la Plaza de Armas, por mantener una medida punitiva".

¿Para qué esforzarse si al final las verdades más arduamente expuestas se asientan sobre arena? Porque hay que hacerlo, puesto que, con lo incierto que es todo, el mundo es mejor si se lo hace.

Así que ojalá podamos dentro de un año contar en detalle las revelaciones profundas del caso Lava Jato. Mientras tanto, hagamos un resumen. Así que ojalá podamos dentro de un año contar
en detalle las revelaciones profundas del caso Lava Jato. Mientras tanto, hagamos un resumen apretado, a través de sus principales inculpados, de cómo luce el caso hacia el fin de este año en el Perú.

Toledo.- Toledo es quien confronta el mayor conjunto de pruebas en su contra. A diferencia de otros, a Toledo no se lo acusa por haber recibido contribuciones para campañas electorales, sino coimas.

Desde que reventó el escándalo de Ecoteva todo ha ido cuesta abajo para Toledo. Ecoteva representaba el fin del ciclo de lavado. Con su confesión, Jorge Barata, el exsuperintendente de Odebrecht, describió el origen, contó cómo había acordado y pagado las coimas al intermediario de Toledo, Yosef Maiman. Este aguantó un tiempo con una coartada favorable al ex presidente hasta que decidió confesar ante los fiscales peruanos. Con eso se cerró el círculo de la cutra: soborno, lavado, retorno.

No solo eso: la delación de Maiman reabre el caso Camargo Correa, a la que Toledo habría también cobrado sobornos a través de su entonces funcionario, Marcos de Moura Wanderley. Pese a ser por ahora el caso mejor documentado, no será fácil que Toledo llegue a Lima. En Estados Unidos ha contratado como abogado a Roger Noriega, uno de los latinoamericanistas más respetados en el partido Republicano.

Noriega basa su defensa en el argumento de que en el Perú existe una “persecución políticamente motivada” contra Alejandro Toledo. Su principal razón, expuesta en power points cuidadosamente elaborados, es que Toledo no podrá tener un juicio justo en Perú. Y, dada la notable torpeza e incompetencia en el procesamiento fiscal y judicial del caso, sin contar las metidas de pata de la cancillería, Noriega ha logrado parar hasta ahora los intentos de extradición.

Villarán.- Contra Susana Villarán hay los testimonios concurrentes de Valdemir Garreta y de Jorge Barata, además de la cuenta abierta en Andorra para Gabriel Prado. Aunque el testimonio de Barata contra ella es el menos documentado e internamente corroborado de todos, tiene los datos suficientes como para lograr valor acusatorio.

En las confesiones de Odebrecht sobre pagos ilegales, hay una cierta división entre pagos hechos como coimas directas para beneficiarse con la ejecución, incluidos sobrecostos, de obras; y los aportes para campañas electorales, que suelen ser casi invariablemente muy altos, en muchos casos como una forma paralela de pago al candidato. En el caso de Villarán, sin embargo, los  portes de campaña fueron hechos por compañías que tenían obras contratadas con su administración y a las que se benefició luego.

Villarán niega los cargos, pero tanto las acusaciones de los testigos como, de otro lado, la severidad con que será tratada por quienes (los fujimoristas, por ejemplo) buscarán que su caso distraiga el de ellos, hacen presumir que enfrenta tiempos difíciles.

Humala.- Tanto el ex presidente como su esposa, Nadine Heredia, son los únicos acusados de alta gama que se encuentran en prisión preventiva. La cárcel que sufren ambos es un abuso. No tengo duda de que hay muchas razones por las que investigar a los dos, pero no es por ninguna de ellas que ambos se encuentran en prisión sino por una enrevesada acusación de ridículos razonamientos para pretender probar un peligro de fuga u obstrucción de la “justicia”. La sentencia no fue menos invertebrada que la acusación fiscal; aún así, la prisión, se ha mantenido, lo que solo refleja una tremenda presión política (del Apra, el fujimorismo y con la aquiescencia del Neville Chamberlain de la Plaza de Armas) por perpetrar una medida punitiva contra los Humala Heredia.

Hasta ahora la acusación principal contra ambos es haber recibido un aporte de Odebrecht para las elecciones de 2011. Pero el dinero, según Marcelo Odebrecht, no vino de las cuentas de la empresa sino de la que esta había asignado al control del Partido de los Trabajadores, de Lula. De hecho, fue el entonces ministro brasileño Antonio Palocchi el que habría ordenado el pago a Humala. Aunque clandestino, este es el pago que reviste menor carga de corrupción, pues no vino de la empresa al candidato sino del PT a Humala, con la empresa como intermediaria (y financiadora).

Fujimori.- Ella dijo que no había tenido nada que ver con Odebrecht. Marcelo Odebrecht no estuvo de acuerdo. Cuando un fiscal osó investigar la discrepancia, Keiko Fujimori lo atacó públicamente rodeada por sus sumisos legisladores entre los cuales la persona que preside la presuntamente investigativa Comisión Lava Jato. Cuando el mismo fiscal interrogó a Marcelo Odebrecht a la par que otra fiscal ordenaba reabrir la investigación por lavado de activos contra Joaquín Ramírez, Fujimori ordenó a sus obedientes parlamentarios que acusaran constitucionalmente al fiscal de la Nación, para sacarlo del puesto. ¿El cargo principal? No haber investigado a Graña y Montero, una empresa en la que, pequeño detalle, el secretario general del partido de Fujimori fue miembro del directorio por varios años.

Y cuando una periodista de El Comercio informó que Marcelo Odebrecht había confirmado en Curitiba haber donado dinero a la campaña de Keiko Fujimori en 2011, esta salió en un furioso mensaje a la nación por vídeo, amenazando demandas legales contra El Comercio y acelerando la presión punitiva de sus huestes congresales contra todo funcionario mínimamente independiente.

¿Y el Ejecutivo? De antológica mediocridad y cobardía.

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