Por: Fernando Rospigliosi
Después de los
sucesos de La Victoria y la majadera respuesta del ministro del interior y las
autoridades policiales, hasta los pocos crédulos que todavía quedaban deben
haberse dado cuenta que el único plan que existe es el Plan Huevearte.
Es decir, que,
ante la inexistencia de estrategia alguna para luchar contra la delincuencia, y
ante la clamorosa carencia de liderazgo, el gobierno decidió huevear a los
peruanos, engañarlos, estafarlos, tratando de hacer creer que la
declaratoria de emergencia en algunos distritos y el involucramiento de las
FFAA, correspondían a un elaborado diseño para enfrentar a la imparable ola
delincuencial. Y no, como advertimos algunos desde el principio, son solo
reacciones desesperadas para fingir que están haciendo algo, cortinas de humo
para intentar esconder su incompetencia.
Lo ocurrido en La
Victoria es peligrosísimo. Por un lado, expresa el hartazgo de la población
ante la estolidez del Gobierno y su irritación ante el impune accionar de
bandas de extorsionadores.
Y por otro lado,
es un brote xenofóbico que, dada la presencia de más de un millón de
venezolanos-la mayoría honrados y trabajadores, puedan dar lugar a replicas
incontrolables en muchos otros lugares.
La respuesta del
Ministerio del Interior, ha sido, como era de suponerse, necia. Sacaron a
patrullar y a pedir DNI a las personas, a unidades especializadas como la Diroes
y la SUAT, que tienen elementos muy entrenados y capacitados en
operaciones especiales.
Lo hicieron
solamente porque esos efectivos se visten con uniformes camuflados y tienen
armas que impresionan. A ese nivel de estupidez ha llegado el Mininter.
Desplegar unidades de combate sin ton ni son, sin ningún propósito definido,
solo para hacer creer que hacen algo.
Y, por supuesto,
el inútil ministro del Interior cargo contra los usuarios legales de armas,
diciendo que iba a suspender la emisión de licencias para caza y deporte, cosa
que es ilegal.
En lugar de
anunciar alguna medida para desarmar a los delincuentes o para reorganizar la
Sucamec, plagada de corrupción, va por lo fácil, atacar a los formales, a los
ingenuos que cumplen las leyes.
Inmediatamente,
algunos municipios también anuncian la aplicación de ordenanzas absurdas, como
establecer controles para armas en centros comerciales, restaurantes, etc, a
raíz de un incidente absolutamente inusual en el “Panchita”. Como si los
delincuentes pudieran ser contenidos con gestos descabellados.
En suma, de mal
en peor. Y sin luz al final del túnel.
Otrosí digo. Dina
Boluarte también hueveo al país y al Congreso que autorizo su último viaje: no
había ninguna reunión programada con el presidente de EE.UU.
Otrosí digo.
Indira Huilca y la mafia caviar se niegan a admitir que engañaron al país para
ensuciar a las FF. AA, limpiar a los terroristas y cobrar una jugosa
indemnización. Quieren seguir huevándonos. Pero van quedando al descubierto.
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