CON MEMES Y GAFERAS | POR: ELIAS DANIEL PINGLO RISCO


Le pregunto a usted lector ¿Cómo es posible que la descendiente de un ilustre personaje que presidió Naciones Unidas, formada-ella- en universidades de Francia y que exhibe además el paso por ciertos organismos públicos, como hitos de su vida política del Perú, hable incoherencias, mejor dicho “disparates”, que la tumban de su pedestal y se inscriben en las páginas de la mediocridad, la mentira y la exageración dignas de un payaso de corto pelo?

Me refiero a la actual ministra Hania, de nombre tan raro como su pedido al pueblo de Juliaca, para que se dedique a orar con el propósito de que ella y su gente, no caiga en el vicio de la corrupción y el robo de recursos públicos. ¿Sería tal vez lo que se conoce como “a confesión de parte, relevo de pruebas” o talvez es un grito de conciencia que le impulsa a denunciar, de ese modo tan peculiar, a todos los demás, que realmente estarían robando?

Son misterios del hablar público actual y del poco manejo que tienen muchos gobernantes nuestros, que en estos dos últimos años se ha expandido, tal vez como resultado de la pandemia y de la consecuente intervención del virus en sus procesos de coherencia. Pobrecitos entonces.

Pero, oiga, no estamos hablando de una persona que se encuentre recluida en un centro psiquiátrico, sino que estamos hablando de gente que maneja recursos públicos y desde unos años atrás ha dibujado, con memes, la imagen grotesca que ahora tienen los ministros, la presidenta, los gobernadores y alcaldes del país, por su comportamiento errático y por decir lo mejor, “lunático”.

Vivimos ahora en un ambiente político lleno de lo que, de acuerdo al habla local, podríamos llamar “gaferas”. Sume usted el discurso de la señora Hania y lo del gato ron ron y lo de la venta de carne de burro a China. De esa combinación sacará usted sus conclusiones, pero antes de probar el trago amargo, agréguele las mentiras, exageraciones y mensajes triunfalistas que los responsables de trabajar la imagen de nuestras autoridades difunden sin ninguna responsabilidad.

Con todo eso en una licuadora podrá comprender lector cuál es el motivo para que el ciudadano haya perdido toda la confianza en sus dirigentes. Ya no sabemos qué propósito tienen de su día a día. ¿Será que inician sus labores pensando en cómo defender a sus amigotes o quieren denunciarlos ya, así al disimulo, como parece que se le ha ocurrido hacerlo a la ministra? Porque si lo que dice la señora Hania es un mensaje oficial, será mejor que nos pongamos a orar todos por los congresistas, por los gobernadores regionales, por los alcaldes y por sus gerentes, para que los pobrecitos no se vean tentados ni por la apropiación ilícita ni por las sustancias prohibidas.

Muchas cosas no cuadran en la imagen que teníamos del Gobierno en el Perú y ni el pollo, ni el gato ni el burro parecen entrar en esa foto de la realidad nuestra al 2024 que ya nos aburrió, al extremo de mejor dedicarnos a correr el agua y jalar las cadenas. También puede ser que nos vayamos de viaje y muy lejos, hasta la China.

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