* “Ellos plantean una cruel realidad: sin votos no se consigue nada. Pero, por lo menos, sería saludable que critiquen a los ‘malos’ en sus declaraciones o un cambio de reglamento interno.”
Al igual que la
mayoría de los peruanos, no conocemos el nombre de buena parte de nuestros 130
congresistas, En primer año de gobierno de Pedro Castillo, investigamos y
publicamos un informe sobre los 37 integrantes de la bancada de Perú Libre. Aún
no estaban divididos entre ‘castillitas’ y ‘cerronistas’.
Contaban con todo el poder que otorga el haber ganado una elección. Un buen
grupo tenía vínculos con Sendero Luminoso, a través de organismos de fachadas
como el Movadef o la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación del
Perú (Fenate) (antes Conare Sute), o se adherían a los postulados
ideológicos del partido de Abimael Guzmán Reynoso.
Otros tenían
denuncias por violencia contra la mujer. Los insultos a las parejas,
consignados en los partes policiales, eran de gran calibre, iban desde “eres
una bruta” hasta “puta” y otros. También había congresistas con
procesos por malversación como funcionarios estatales.
Por ejemplo:
Kelly Portalatino, médica que tiene un proceso administrativo en Chimbote.
Posteriormente
conocimos el caso “Los Niños”, parlamentarios de Acción Popular que
vendían su voto a favor de Castillo, obteniendo así puestos en ministerios y
obras en sus regiones.
Algo inédito en
la historia parlamentaria mundial. Recientemente, nos enteramos de “Los
mochasueldos”, otra mafia parlamentaria que hunde más la reputación del
Congreso.
El ultimo
escandalo es el que involucra al congresista ‘niño’ Darwin Espinoza,
quien le consiguió empleo a su amiguita en el parlamento. Su esposa decidió ‘actuar’.
Se constituyó en la oficina de Espinoza y protagonizo una trifulca de padre y
señor mío con la susodicha. La amiga lo niega, Espinoza de igual forma, pero su
colega Américo Gonza declaro que seguridad del Congreso le confirmo la
pelea. Sin embargo, el parlamentario amenazo a la prensa violentamente por
divulgar esa pelea.
La opinión
extendida es que el primer poder del Estado es una cueva de ladrones, un antro
de corrupción. Justos pagan por pecadores. Los hechos señalados
contribuyen a esta percepción y opacan las acciones parlamentarias positivas.
Coadyuva también
la increíble tolerancia que tienen los ‘buenos’ con los ‘malos’.
Permitir que Perú Libre celebre un aniversario partidario, con la participación
virtual de Vladimir Cerrón en el recinto parlamentario, es un despropósito.
Esto es lo que
provoca desprecio hacia el Congreso, los políticos y la política. Pese a sus
tropelías, reciben cerca de 15 mil soles y otros beneficios. Incluyendo las
leyes atrabiliarias que han afectado la economía y otras perlas.
La comisión de
ética del Legislativo es un mal chiste. No sirve para nada. El Congreso es
indispensable en una democracia y no se puede ser tan tolerante con la
delincuencia. Las urnas cobraran la factura.
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