A solo hora y media de
Tarapoto, es un destino imperdible de nuestra selva amazónica con un
clima más fresco y templado
Pero el camino estaba
abierto para que este espejo de agua de cinco kilómetros de largo se convierta
en uno de los destinos fetiche de los viajeros que recalan en Tarapoto. Llegar
a sus dominios implica cruzar –en Puerto López– el Huallaga en ‘chatas’ que
también tienen capacidad para trasladar vehículos. Es más un espectáculo que un
susto. Al otro extremo del río la carretera trepa hasta el pueblo de Sauce, a
cuyos pies duerme la Laguna Azul.
Una buena
opción para disfrutar la laguna de día y las constelaciones de noche es
el Sumaj Lagoon Lodge (vivesumaj.com), ubicado en un recodo
con el bosque mejor conservado de la zona. Allí, el ingeniero Jorge Panduro ha
hecho realidad su proyecto de alojamiento de primer nivel con cero
contaminaciones (paneles solares, tratamiento de residuos sólidos,
biodigestores y carritos eléctricos tipo Jurassic Park).
Casi el
frente se estira La Soñada, un parque temático con jardín botánico,
mariposario, alambique y un taller que muestra el proceso que va del cacao
hasta el chocolate. Las esculturas de nativos amazónicos del recordado Felipe
Lettersten armonizan con este espacio, su espacio, administrado por su hermana
Michelle. Dicen que, previa sesión de ayahuasca, los personajes del artista
cobran vida y se sumergen en la Laguna Azul.
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