MEDICO MARIO CABREJOS QUIÑONEZ: “EL CARGO PÚBLICO ES DE RESPONSABILIDAD Y SERVICIO”


Mario Cabrejos Quiñones, ex - alcalde de Miraflores en el período 1963-66, fundador y presidente del Club de Leones de Miraflores, médico clínico y cardiólogo, murió el lunes, 30 de marzo de 1998, a las 8:30 de la noche.

Nació en Chiclayo el 1ro de mayo de 1911, hijo de Eliseo Cabrejos y María Quiñones Zamora, donde estudió en el colegio San José

Nadie que conociera la figura discreta de Mario, su pasión por el mar y por las montañas, habría pensado que estaba ante un doctor en medicina graduado en Italia, ante un especialista en enfermedades del aparato respiratorio, medicina interna (Roma) cardiología (Viena, Buenos Aires, Londres) y medicina aeronáutica (Buenos Aires.

Sus pacientes algo sospechaban, debido a sus diagnósticos certeros y recetas sencillas. “La verdad está en lo simple”, decía. Sus cinco sentidos ya despiertos por su temprana pasión por el arte, fueron educados para auscultar, percibir, analizar y deducir mejor que los instrumentos en el famoso Instituto Forlanini de Roma.

Aventurero y sereno, Marió vivió la vida en intensidad. La suya y sobre todo, la de los otros. La compasión lo empalidecía y nunca negó su auxilio médico a nadie. Nunca hizo dinero con su profesión. Quijotesco Mario, el juramento de Hipócrates lo guiaba, indeleble, y no siempre culminó sus sueños: “Muchas veces el triunfo - dice - no ha coronado nuestros desvelos, pero sabemos que Dios no atiende tanto la obra, como la intención con que la hacemos” (PENSAMIENTO Y ACCION MUNICIPAL. Lima, 1966). Su Proyecto del Seguro Social Familiar de Salud con intervención de los municipios era uno de los objetivos de su vida. Le dolían las condiciones de salud de los marginados en el Perú.


Su espíritu de servicio lo impulsó a fundar el Club de Leones de Miraflores, del cual fue presidente en tres ocasiones. Durante su gestión, se realizó la colecta para la construcción del actual Hospital de Emergencia “Casimiro Ulloa”. Fue el quien colocó la primera piedra. Asimismo, se construyó la Concha Acústica.

Ingresó a la política impulsado por las ideas platónicas de servicio de la comunidad, y, as161, fue el primer alcalde elegido por voto popular durante el primer gobierno de Belaúnde, de 1963-1966. Lo vimos dibujar a lápiz bocetos de loa que él llamaba “Puente de la Ribera” (hoy “Villena Rey”), cuya construcción fue terminada durante su alcaldía. Asimismo, apoyado por su dinámico Concejo Municipal y por el Club de Leones, construyó el Centro Comunal Santa Cruz, con cuna maternal y auditorio, el cual impulsó el desarrollo de la zona. Durante su gestión defendió la integridad del Parque Reducto

e inauguró el parque Raimondi. Defendió sin descanso los monumentos arqueológicos, arquitectónicos e históricos de Miraflores, como la Huaca Pucllana, la Casa museo de Ricardo Palma y el Instituto Porras Barrenechea. Sentó las bases para que Miraflores tuviera una Casa de la Cultura con una Biblioteca de más de 70,000 volúmenes, así como campos deportivos comunales, áreas verdes y un Coliseo Cerrado, entre cientos de trabajos realizados con el Concejo y el Club de Leones.

Recibió honores, como la Orden do Cruzeiro do Sul (Brasil), la Orden de Servicios – Primera Clase (Alemania) que le confirió el presidente alemán, Lübeck, la Medalla Cívica de Miraflores y la condecoración del Gobierno Argentino, como Especialista Honoris Causa en Medicina Aeronáutica. Sin embargo, nunca fueron honores los que persiguió, sino el mayor honor de todos, el ser un hombre íntegro. De su libro, PENSAMIENTO Y ACCION MUNICIPAL citamos:

El cargo público es de responsabilidad y de servicios. Y no de privilegio. Nadie puede sentirse dueño del poder, es necesaria la humildad, de tal manera que, al dejar el cetro del mando para tomar los instrumentos propios de trabajo, continuemos nuestra labor en pro de la comunidad, en forma simple y sencilla. (p.11)

La música de los grandes maestros, el amor de los suyos, el cuidado de los médicos y enfermeras, y la Palabra de Dios fueron su consuelo en los largos días que precedieron su partida. En ningún momento de su dolorosa y última lucha se quejó, dejó de ser cortés o sonreír cuando pudo. Un sacerdote dijo que estaba dando un ejemplo heroico.

Mario, mereces la paz en la que estás.

Por: Irene María Cabrejos de Kossuth

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