* Culpable es Agustín Lozano, por no renovarle su contrato.
* Ricardo es un argentino que nos devolvió la fe y cambio la historia de Perú.
* “El ‘Tigre’
tiene todo el derecho de seguir trabajando así existan comentarios polémicos y
desatinados. Pongamos por delante la realidad sobre el romanticismo. De amor no
se vive”.
El jueves 25 de enero del 2024 quedara marcado en
el almanaque como un día simbólico para dos naciones. Precisamente en
esa fecha se ha dado inicio a un nuevo capítulo en la vida de Ricardo Gareca
al comprometerse con Chile, con la única consigna de levantar a su
selección nacional en el camino a la Copa del Mundo 2026, dejando tocado a
Perú, la nación que lo albergo por ocho años disfrutando logros épicos que
ubicaron a la bicolor en el mapa como no sucedía en varias décadas.
No nos vamos a mentir, Gareca fue el gran referente no
solo de la Selección, sino también del futbol peruano. Incluso podríamos
decir que fue el hacedor, el orfebre de un plantel histórico que supo llevarse
por delante a la adversidad para imponer acontecimientos históricos que hoy
permanecen intactos en nuestra memoria. Gracias a Ricardo volvimos a un
mundial tras 36 años de ausencia.
Gracias a Ricardo
quedamos a un paso de ser campeones de América y reeditar una nueva
clasificación mundialista.
Gracias a Ricardo nos mantuvimos más de un año
invictos. Y gracias a Ricardo volvimos a creer en el jugador peruano.
Por todos esos argumentos expuestos me cuesta creer que existan peruanos que
cuestionen el nuevo paso que ha dado Ricardo, en busca de reinventar su
carrera.
Leo con absoluto asombro y ligereza el término “traición”.
Cierto es que el estratega argentino, se ha ido como bien se dice en el argot
futbolístico-a la vereda del frente y que ha cambiado de remera enfundándose la
del máximo rival, pero eso no configura ninguna deslealtad en el caso
del ‘flaco’.
Partamos por lo inicial: Ricardo es argentino, es
un extranjero que llego a suelo peruano para liderar un proyecto que, por aquel
entonces, era incierto y demostraba pocas luces.
Ya con el paso del tiempo fuimos testigos de los niveles
que alcanzo su gestión. Probablemente por los años entregados y trabajado
floreció un sentimiento de aprecio para con el país, pero solo quedo en eso. De
ahí a decir que ya era peruano era algo exagerado por así decirlo.
Y ahora viene lo más importante y fundamental: Ricardo
por encima de todo, es un profesional como cualquiera de nosotros que necesita
seguir en actividad para crecer en su espacio. Y que mejor que una
propuesta de una selección como la de Chile para volver al ruedo. No por
nada invirtió parte de su tiempo en reuniones con entrenadores como Diego
Simeone (Atlético Madrid). Esa era una señal clara que no deseaba
mantenerse inactivo. Por el contrario, ya estaba preparando meticulosamente
para asumir nuevos desafíos, esos que alimentan el espíritu y dan bríos a la
vida. Dicho todo esto, entonces, ¿realmente es correcto invalidar el avance
de un trabajador solo por el simple hecho de que se marcha a un lugar, entre
comillas, rival de su antiguo espacio? Pongamos por delante la realidad
sobre el romanticismo. De amor no se vive.
A título personal, cuando lo veía por la cadena ESPN
sentí inmensa alegría, es un amigo personal, jugó en Boca y es un grande mi
querido Ricardo, es una alegría ver cómo está de vuelta, listo a laburar
para asistir al mundial.
No hay que olvidar que Ricardo deseaba quedarse en
Perú, para iniciar un tercer proceso, pero Agustín Lozano no lo quería, miro
para otro lado y ahí están los pésimos resultados.
Por lo demás, gracias Ricardo que te vaya mil puntos.
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