Por: Elias Daniel Pinglo – Abogado Especialista en Gestión y Control Público
Con esa penosa condición de no alcanzar la talla de ESTADISTAS, los integrantes de la Comisión de Constitución del Congreso de la República han dado pase, por mayoría, a una propuesta que persigue la reelección de alcaldes y gobernadores regionales como si esa fuera la gran solución a las dificultades que tiene la gestión pública nacional.
Arguyen ellos que, cuatro años de mandato nada son frente a los larguísimos procesos que debe cumplir la inversión pública para convertir en realidad todas las esperanzas de los ciudadanos.
Sin embargo, como no son ni siquiera estudiosos de lo que significa la gestión pública, los integrantes de esa Comisión no alcanzan a comprender que las soluciones no residen en multiplicar por dos o por tres los mandatos de cuatro años que por ahora tienen los alcaldes y gobernadores regionales en el Perú, sino que el gran problema es la disparidad entre el mandato nacional y los mandatos internos.
El mandato nacional es de cinco años y los otros son de cuatro. Y en la práctica ¿qué es lo que sucede? Pues que el engranaje del poder político da vueltas en tiempos distintos y es muy difícil que los grupos de poder local, regional y nacional coincidan el tiempo suficiente como para formar equipos y atreverse a desarrollar y poner en práctica las políticas nacionales tan necesarias que permitan mejorar nuestro Orden Interno.
Eso sucede cuando se parcha la Constitución con medidas sin mayor alcance como la comentada y queda demostrado que los legisladores ni siquiera tienen una noción de lo que es la gestión pública y por ello siguen mirando fijamente un árbol sin comprender que, junto con ese árbol que seleccionaron, convive un bosque enorme en donde vivimos todos los demás peruanos.
Todos sabemos que no se ha alcanzado la profesionalización de la gestión pública a pesar de los esfuerzos de la PCM y de SERVIR.
Un poco ese fenómeno se ha logrado al centro nacional del poder, pero no ha podido a extenderse a los llanos, los desiertos ni el bosque ni las llanuras que constituyen al Perú en su totalidad.
Es por ello que, en cada elección municipal o regional los nuevos mandatarios llegan con acompañantes que nada saben de cómo se gobierna o también sucede que llegan con unas figuritas repetidas cuya hoja de vida contiene muchas notas policiales según lo cuenta ahora la inteligencia artificial.
Por eso, proyectarse e imaginar que algunos alcaldes o gobernadores tengan el dominio por ocho años o hasta doce, en nada contribuye a una solución para resolver los dolores que aquejan al Perú.
Mencionemos, por ejemplo, que, en la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo se creó el Consejo de Coordinación Interniveles de Gobierno, el CCI, imaginado como un escenario en donde coincidan los asuntos y sus soluciones trabajados desde el mirador de las políticas nacionales de obligatorio cumplimiento.
En la actualidad eso ha sido traducido en los GORE ejecutivos o en los MUNI ejecutivos. Y no pasan de ser un evento más, que termina en pocas horas y no compromete más allá de los intereses de unos cuantos.
Las autoridades locales y regionales creen que cada reunión de esas se trata de una mesa de partes para dejar sus esperanzas y aprovechar para exigir, a veces gritando, que por fin los tomen en cuenta. Pero allí queda todo.
Por esas cosas que suceden, si no pensamos al Perú como un equipo integrado de líderes a todo nivel, jamás podremos tomar una decisión que nos lleve a la madurez política y deberemos soportar diputados que no piensan y senadores que no se pueden proyectar.
Nostradamus ya vió apagón, mira el cónclave y espera el diluvio final, pero de nuestras elecciones..¡no sabe qué pensar!!
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