Por estrambótico que sea el presidente de USA y su
estilo provoque escozor, es menester tomarlo en serio. Es un gravísimo error no
hacerlo. Porque eso sería rendirse ante las formas externas, en vez de intentar
comprender la dinámica real de las cosas.
Aquella que les explica y da inteligibilidad. No hay que
extraviarse en las apariencias por deslumbrantes que sean. Mucho cuidado con
reducir a Trump a la anécdota, al chiste, a lo banal.
Por esa ruta jamás entenderemos el sentido de la historia
reciente.
Y la verdad de nuestro tiempo se caracteriza por un
trasiego inexorable. Aquel que evoluciona de un mundo unipolar con una
globacracia pobre-liberal woke, hacia otro regionalizado por nacionalismos
redivivos y una distribución tripolar del poder universal entre China, USA y
Rusia. El programa de la campaña electoral de TRUMP coincidía con
dicho giro mundial. Urgía cambiar las relaciones internacionales para
posibilitar que, “América sea grande otra vez. Por eso necesitaba conducir la
guerra en Ucrania, acercarse a Rusia y frenar a China. En
paralelo una hemorragia de aranceles alteraba el intercambio comercial, con sus
consecuencias respectivas.
Pero “del dicho al hecho hay mucho trecho”, reza
el refrán. Entonces este tránsito de paradigmas planetarios no será sencillo ni
pacifico.
Va encontrar una cerril resistencia de parte de los
beneficiarios del modelo de acumulación anterior.
Al interior de USA, los globalistas abrevan de las
sobreganancias del complejo industrial-militar. En la Unión Europea, es la
ideología Woke considerada superior, la que quieren imponer por todo el orbe
como un evangelio. Desde ambos lados del Atlántico, ya sea por la utilidad
económica o la cultura política, se oponen ferozmente a terminar con el
conflicto bélico. Quieren derrotar a Rusia y destruir a Iran, antes del choque
con China. Poco les importa desatar una hecatombe nuclear.
TRUMP ha debido liar con ellos duramente. Y no ha sido
fácil. El Estado profundo”-conglomerado de intereses globalistas en USA. -es
muy fuerte e influye en los partidos norteamericanos. En el viejo continente,
la costra de Bruselas aun maneja a los países, pese al rechazo popular. Muchos
dicen que el presidente ha capitulado, un Biden 2.0. No lo creo, pero es
complicado prever quien prevalecerá de esta pugna.
Hasta ahora TRUMP se ha movido con astucia.
Bombardeo en forma acotada a Irán-y permitió replica-para conseguir el alto al
fuego con Israel y ante los recalcitrantes de USA y Europa que le exigen
continuar la guerra ucraniana y redoblar el envió de misiles, el presidente ha
accedido previo pago de los países de la OTAN, para que luego los entreguen a
Kiev. Por supuesto, a los Von der Leyen, Macron, Starmer, Merz, Kallas, etc. No
les ha hecho gracia alguna.
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