VUELO EN LAS ALTURAS

Para garantizar la sostenibilidad del emprendi miento, los pobladores son los guías de estos trekkings por la Cordillera del Vilcanota.

Comuneros trabajan en la recuperación de los caminos ancestrales en el espinazo de la Cordillera del Vilcanota, para crear una ruta turística ideal para los aficionados a las aves.

(Caretas) En el Cusco se ha creado una nueva ruta que permite tener una mirada distinta de los nevados de la cordillera del Vilcanota.  CARETAS recorrió 50 kilómetros del espinazo de esta cadena de montaña y fue testigo de lo que está conquistando el turismo de aventura, pero sobre todo para los pajareros.
En esta zona, 16 comunidades crearon por iniciativa ocho Áreas de Conservación Privadas, las cuales han sido reconocidas por el Ministerio de Ambiente. Estos pobladores, que viven en armonía con la naturaleza, contaron con el asesoramiento de la Asociación Ecosistemas Andinos (Ecoan).

Roral Cinclodes.
A raíz de esto se registró una serie de aves, únicas del planeta, y además la población ha sembrado hasta el momento un millón trescientos mil plantas de queñas (Polylepis sp.), reforestando así 500 hectáreas de cabeceras de cuencas de la cordillera del Vilcanota. Este trabajo comunal lo realizan aplicando conocimientos inca y se realiza durante la fiesta del Queuña Raymi.

Pico de Cono Gigante.
Con esto, las comunidades nativas de Huilloc, Patacancha, Rumira Sondormayo, Ollanta, Abra Málaga Thastayoc, Mantanay, Cancha Cancha, Tacllapata, Quishuarani, Pampacorral, Lares Ayllu, Tambohuaylla, Cuncani, Huacahuasi, Yanamayo, todas descendientes de los incas, han demostrado, a todas luces, ser gestoras de la conservación.

Torito de Pecho Cenizo.
Primero crearon las áreas de conservación privadas y después diseñaron rutas para el turismo. Han habilitado hospedajes, con servicios básicos y de alimentación, además del desarrollo de artesanía. Es así como nacen los circuitos de trekking, turismo vivencial y que incluye el programa, la observación de aves.

Tijeral de Ceja Blanca.
A este emprendimiento lo bautizaron como “Vilcanota Trek”. Lo que garantiza su sostenibilidad es que los mismos pobladores son los guías de los recorridos que duran, entre dos y tres días.
La ruta para la observación de aves, comienza en Peñas, en Ollantaytambo en el Valle Sagrado de los Incas. En este punto, existe un  bosque de queuñas encantado. Las ramas de estos árboles están cubiertas de delicadas múltiples capas, como si se tratara de envolturas de un papel de seda de color café-rojizo.

Canastero de Junin.
En estas láminas naturales habitan insectos y pulgones que son el alimento del Pico de Cono gigante (Oreomanes fraseri), una ave inquieta que se pasa el día escarbando la corteza para sobrevivir.
Aquí también se puede observar aves endémicas como el canastero de Junín (Asthenes virgata), la monterita de pecho castaño (Poospiza caesar), la coliespina de cresta cremosa (Cranioleuca albicapilla), el rayo de sol acanelado (Aglaeactis castelnaudii), el canastero de frente rojiza (Asthenes ottonis). Además, es relativamente fácil ver una gran diversidad de colibríes como el ala -zafiro- grande (Pterophanes cyanipterus) y el colibrí gigante (Patagono gigas).

Totoral de Cabeza listada.
El recorrido continúa por el Área de Conservación del Abra Málaga Thastayoc. Esto está exactamente en las faldas del majestuoso nevado Verónica, más conocido por los locales como Huacaywillki.
Es justamente aquí, a donde llegan los pajareros pro. Birdwatchers de todo el mundo vienen a fotografiar al cinclodes real (Cinclodes aricomae), también llamado “churrete real”. Un ave que está en categoría de Peligro Crítico, de acuerdo con los datos de Ecoan solo quedan 152 individuos en la Cordillera del Vilcanota.
Además están el tapaculo de la puna (Scytalopus simonsi), el tijeral leonado (Leptasthenura yanacensis), el tijeral de ceja blanca (Leptastheura xenothorax), el canastero de frente listada (Asthenes urubambensis) y el tororoi de cabeza listada (Grallaria andicolus).
Después de un día intenso, caminando a casi 4,000 m s.n.m., los turistas tienen la posibilidad de pernoctar en el lodge de Ecoan para compartir unas papitas con queso con los comuneros antes de irse a dormir.
Al amanecer comienza el descenso hacia la ceja de selva donde el clima es húmedo y la vegetación es frondosa habita el torito de pecho cenizo (Anairetes Alpinus). Un ave con ojos redondos y una soberbia cresta de plumaje negro y manchas blancas en las alas que deja boca abierta, inclusive, a los conocedores.
Dentro de este circuito, en Canchayoc, se observan otras especies de importancia. Entre ellas el hemispingo de Parodi (Hemispingus parodii), la coliespina de Marcapata (Cranioleuca marcapatae), el matorralero del Cusco (Atlapetes canigenis), el tororoi ondulado (Grallaria squamigera), el pico de cono de ceja blanca (Conirostrum ferrugineiventris) del tijeral de ceja blanca (Lepthastenura xenothorax), conocido por su mechón de color café en la cabeza.
Una majestuosa vista de ambos lados del Valle los espera, como premio, a quienes tomen el camino ancestral que los comuneros están recuperando y que asciende al mirador Kuntur, a 4,550 m s.n.m. Además desde aquí se puede llegar a la ciudadela de Machu Picchu, el sitio arqueológico más importante del Cusco.

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