EL VALOR (PERDIDO) DE LA CONFIANZA | POR: ELÍAS DANIEL PINGLO RISCO


Se conoce que un bien jurídico tutelado es aquel derecho o condición que necesita ser amparado por la ley para que sea acogido y respetado por toda la Comunidad.

Fácilmente se comprende que la vida, la propiedad y todo lo declarado como fundamental por la Constitución resultan ser bienes de alta consideración cuyo respeto debería darse por descontado; esto es, ni siquiera podríamos imaginar que alguien pretenda agraviarlos pues representan el esquema fundamental de la convivencia humana.

Sin embargo, algo se ha escapado de la cobertura plena que deberían brindarle las leyes y es el caso de “la confianza” como bien jurídico que garantiza el orden establecido. Confiamos en una persona cuando lo elegimos libremente para desempeñar un cargo público o una representación institucional.

Confiamos en un servidor público cuando sabemos que su labor siempre será garantizarnos la solución a los problemas que tenemos. Confiamos en el profesional que nos ofrece sus servicios en los campos de la salud, la educación, la ingeniería y toda ocupación arte u oficio que distinguen a unas personas de otras por su habilidad en una tarea determinada.

Y confiamos profundamente en aquella persona que desempeña un cargo o tiene deberes de función que deberían garantizar que todos los demás bienes jurídicos tutelados cuenten con esa silenciosa garantía de nuestra fe y nuestra práctica del respeto mutuo.

Sin embargo, no hemos llegado a calificar a “la confianza” como el mayor bien jurídico que puede ser agraviado por aquellos, quienes, a pesar de estar obligados a custodiarnos, terminan afectándonos con sus irregularidades o sus delitos. Cuánto agravian a la confianza los policías que terminan integrando bandas de asaltantes, falsificadores o comerciantes de productos robados.

Cuánto agravian a la confianza los jueces que liberan a los delincuentes, porque tienen amistad o relación con ellos. Y cuánto agravian a la confianza los fiscales que fingen no ver el delito cometido y prefieren enredarlo entre papeles y justificaciones para no llegar a una acusación consistente.

Cuánto más agravian la confianza los titulares del Poder Ejecutivo y del Legislativo que tienen las mayores decisiones en nuestra nación y se venden por jugosos platos de lentejas.

Cuánto se rompe en la vida común si es que esas personas especialmente son las primeras que abusan de la confianza que se les brinda o ejecutan ellos mismos los hechos ilegales que deberían perseguir.

Qué hacer con la confianza que se tenía en una señorita del Ministerio Público que es capturada en un aeropuerto por haberse apoderado de una bolsa ajena.

Qué hacer con la confianza que se tenía con toda la dotación policial, más de cien efectivos, de un distrito limeño que han debido ser rotados TODOS a otra localidad porque la comunidad los ha denunciado por estar vinculados a muchos delitos.

Qué hacer con la confianza en nosotros mismos cuando aprovechamos cualquier descuido del vecino para robar algunas prendas de su vivienda.

¿En qué nos hemos convertido? Ahora como nunca es necesario dar una mayor valoración a la confianza. Quien falte a ella debe ser expuesto públicamente con deshonor.

Lamentablemente poco a poco se han ido perdiendo los que podían atreverse a ponerle el cascabel al gato y los peruanos ya perdimos amistad con la confianza. Nos hemos peleado con ella y no la queremos en nuestra vida diaria.

La confianza debería ser el primer bien jurídico tutelado, no solamente en el ámbito de los negocios sino fundamentalmente en el ámbito de la política.

Para conocimiento de algún despistado por allí, política es la ciencia o arte de conocer, evaluar y resolver los problemas que tiene una comunidad.

Hacer política o tener representación política no es ponerse un fajín o una banda y medalla para estar parado allí, como un armatoste sin capacidades ni conocimientos para hacer nada.

Cosas como esa únicamente nos hacen alejarnos cada día más de la confianza en los conocimientos de quienes dicen representarnos. ¡Qué país este que hemos construido, subidos en el vehículo de nuestras desconfianzas!!

 

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