Por: Santiago Vinces Rentería - Secretario Gral. De SINAMSSOP
El
12 de agosto de 1936, el presidente de la República, Óscar Benavides, promulgó
la Ley 8433, Ley del Seguro Social Obligatorio. En el curso de esos tiempos ya
existían algunas leyes que se enmarcan dentro de un naciente sistema de
protección social. Han transcurrido 89 años y nuestra sociedad aún sigue
bregando en el tránsito del seguro social a la seguridad social.
En sus orígenes, se logró construir una red de
establecimientos de salud, con infraestructura y equipamiento propio, en áreas
geográficas donde existía mayor concentración de obreros, sin excluir a otros
trabajadores, incluyendo a trabajadores del servicio doméstico y a los
aprendices, “aunque no reciban salario”. Don Edgardo Rebagliati
Martins fue el primer gerente general de la naciente Caja Nacional de Seguro
Social y el artífice de la construcción de hospitales que, hasta ahora, gracias
al profesionalismo de sus trabajadores, continúan brindando atención a pesar de
las condiciones adversas y precarias que enfrentan.
El primer hospital del seguro social fue el Hospital Mixto
de Lima, conocido luego como Hospital Obrero. Se inauguró el 10 de febrero de
1941; su primer director fue el doctor Guillermo Almenara Irigoyen, actualmente
rebautizado con su nombre. El 8 de septiembre del mismo año se inauguró el
Policlínico Obrero del Callao, siendo el origen del actual Hospital Alberto
Sabogal Sologuren. El 19 de noviembre de 1948 se creó el Seguro Social
Obligatorio del Empleado mediante el Decreto Ley N.º 10902, y el 3 de noviembre
de 1958 se inauguró el Hospital del Empleado, denominado desde 1981 Edgardo
Rebagliati Martins.
Hoy, la seguridad social atraviesa una de sus etapas más
críticas, no por falta de recursos. El seguro social se sustenta en las
aportaciones de los asegurados, pero es el gobierno, el mayor deudor de
EsSalud, quien designa a las autoridades, las mismas que han ensombrecido el
futuro institucional. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y
la Contraloría General de la República encendieron las alarmas al evidenciar la
incapacidad de gestión y los altos índices de corrupción, respectivamente.
Ahora se suma el “Informe sobre situación financiera y
sostenibilidad de EsSalud”, elaborado por el Fondo Nacional de
Financiamiento de la Actividad Empresarial del Estado (FONAFE), en cuyas
conclusiones se señalan, como parte de los riesgos operativos: la brecha de
infraestructura y equipamiento, debido a la baja capacidad de ejecución del
presupuesto de inversiones; la falta de disponibilidad de camas; la
insuficiente disponibilidad de equipos y material para exámenes; y los retrasos
en la entrega de medicamentos por falta de stock, etc.
Tal parece que quienes dirigen EsSalud serían
los heraldos negros, sepultureros de la seguridad social.
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