POR: ALFONSO LÓPEZ CHAU
* Los peruanos merecemos más. Hemos resistido demasiadas decepciones y abusos. Recuperar nuestra autoestima ciudadana es un acto de dignidad nacional.
Vivimos una de las crisis políticas más profundas de
nuestra historia reciente. La vacancia de Dina Boluarte no ha significado el
fin del pacto corrupto que secuestró al Estado, sino su continuación bajo
nuevas formas. Hoy, el presidente del Congreso, José Jerí, asume el poder pese
a los graves cuestionamientos que pesan sobre él. Lamentablemente, en la
encrucijada que vive el país, José Jerí no une al país; por el contrario, lo
divide. Hay otros congresistas de centro que hoy pueden encarnar la figura de
Valentín Paniagua.
En esta coyuntura, la única manera de recuperar la
confianza ciudadana es que el gobierno de transición no sea del pacto corrupto.
Por eso urge un gobierno de transición auténtico y convocante, conformado por
personas de reconocida solvencia moral, sin vínculos con los partidos que
protegieron a Boluarte. Este gobierno debe restablecer el orden institucional,
garantizar elecciones limpias y actuar con total transparencia. Solo así se
podrá recuperar la confianza ciudadana en el Estado.
Los actuales actores del poder —el presidente José Jerí y
la Mesa Directiva del Congreso— deben dar un paso al costado. Si realmente aman
al país, deben demostrar grandeza para permitir que emerja una conducción
transitoria legítima y confiable. La estabilidad solo será posible si quienes
hoy dividen al Perú se apartan para dar paso a un nuevo ciclo de esperanza y
unidad.
Los peruanos merecemos más. Hemos resistido demasiadas
decepciones y abusos. Recuperar nuestra autoestima ciudadana es un acto de
dignidad nacional: creer nuevamente en nuestra capacidad de construir un país
respetado en el concierto mundial de las naciones. El Perú, por su historia,
está llamado a ser nación de naciones.
El país no puede seguir rehén de los mismos que lo
hundieron. La grandeza que el Perú necesita no está en aferrarse al poder, sino
en cederlo para devolverle al pueblo la confianza, la dignidad y la paz.
Merecemos más.
¿Quién debe vivir: ¿la República, la Nación, el
Estado-nación o los grupos que operan como pacto mafioso?
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